SIENNA
Bajo al comedor con una presión incesante en la cabeza. Mi mente nubla casi todo el día de ayer. Sé que vi a mi madre. Recuerdo que Massimo me llevó a mi habitación en brazos y desde ahí, todo parece borroso.
Hago memoria y logro captar imágenes difusas. En una de ellas esta Massimo sentado bebiendo frente a la chimenea. Hay lluvia y… No hay nada más.
No me esfuerzo demás, pero el rugido de mi estómago me molesta lo suficiente como para olvidar todo, incluyendo el dolor de cabeza.
Cuando estoy por pasar las columnas que llevan hacia la mesa, de reojo veo la figura de Massimo… ¿cocinando?
Me acerco despacio, sin hacer mucho ruido mientras él mueve la sartén con habilidad. Sobre la isla hay muchos platillos que huelen exquisito. No pasa ni un segundo cuando nota mi presencia. Por supuesto, tenía que ser un mafioso calculador.
— ¿Irás a tu primera lección así vestida? —Me escanea de arriba abajo con una ceja enarcada.
No es de esperarse que no haya un “buenos días” de su parte. Au