26. Este mundo
Indra.
Mis manos temblaron sin control al sostener el duro papel dorado entre ellas.
Me quedé sentada al borde de la gran cama de Fausto, analizando la fina invitación a mi boda.
Me iba a casar.
¿Entendía todo lo que esto conllevaba?
Fausto no estaba en Cancún. Se había marchado exactamente hace dos semanas, justo después de pedir formalmente mi mano ante mis padres en una escena que más parecía un drama fingido, coronado con una pequeña cena en casa como celebración.
Creo que Emiliano estaba más emocionado que todos juntos al saber que Fausto sería su nuevo hermano por ley.
Por un segundo creí que papá saldría corriendo por una de sus armas para amenazar a Fausto.
Pero cuando Guillermo fue el primero en abrazar al hombre de esmeraldas por ojos, comprendí que jamás volvería a ver a mi antiguo papá. Este nuevo Guillermo me entregaría gustoso a Fausto sabiendo que sería el único hombre que podría cuidarme.
No amarme hasta el último día de mis días. Si no enjaularme bajo el mejor siste