27. Territorio en Disputa
Isidora colgó el teléfono. Su mano temblaba contra el plástico.
Cinco minutos para elegir entre tu miedo y tu libertad.
La voz de Diego era la última línea de vida. El mismo lugar donde minutos antes Matteo había estrellado su boca contra la suya. Un beso de dueño. Un intento de marcarla. Ella necesitaba que ese toque casto que Diego le ofrecía anulara el caos que Matteo había encendido en ella.
Isidora no miró la escalera. No podía pensar en Matteo, darle poder. Se levantó del muro. El aire en sus pulmones era escaso. El riesgo de ser descubierta era la ruina total. Si Matteo se enterara, la boda sería al día siguiente. Pero si se quedaba, la ruina era interna: la culpa por el deseo prohibido.
Corrió.
Su vestido negro de alta costura, modificado por ella, se movió como seda oscura. Se sintió expuesta, pero viva. La única luz que la guiaba era el sensor de movimiento del jardín trasero, parpadeando como un ojo vigilante.
Abrió la puerta de servicio. El pestillo se deslizó con un sonido