Respiré profundamente. Ya me esperaba eso.
Pero... estaba en paz. Tristán se encargaría de Lucía, incluso después de mi muerte. Se aseguraría de que sufriera el infierno en vida y en muerte.
—¿Le contaste a tu amorcito sobre nuestra cita de esta noche? —Preguntó, con un dejo de burla en la voz.
Se me cortó la respiración al pensar en Tristán. —Eso no es asunto tuyo, Esteban. Deja ya tus provocaciones infantiles.
—Dijiste que no estarás con otro hombre después de que me divorcie de ti. ¿Qué pasará con él entonces? —Se rio con amargura.
Se me secó la boca mientras miraba fijamente el alto edificio del hotel a lo lejos, me negué a responderle.
Como era de esperarse, el auto se detuvo frente a una alfombra roja. Por un segundo, la seguridad que estaba junto a nuestro auto me hizo suspirar de alivio.
Tal vez estaba pensando demasiado en...
Al siguiente segundo, los reporteros invadieron el lugar desde todos los lados, rodeando nuestro auto como si fuéramos celebridades.
Los destellos de las