Gracia
Los brazos de Tristán se estrecharon alrededor de mí, atrayéndome hacia él, con su aliento cálido contra mi oreja.
Intenté ver qué había sucedido, quién había recibido el disparo, pero Tristán no me lo permitió.
—Quédate quieta —susurró—. Solo quédate así.
Respiré su perfume masculino y sentí su corazón latiendo en sincronía con el mío.
Parecía que el caos había terminado y ahora estaba a salvo, nada más iba a suceder.
Jadeé contra su pecho y cerré los ojos. El dolor en mi cuerpo comenzaba a registrarse lentamente en mi cabeza y...
Dolía como el infierno.
Escuché pasos apresurados a mi alrededor, así que abrí los ojos y saqué mi cabeza del pecho de Tristán con fuerza.
El hombre enmascarado cojeaba hacia el otro lado del almacén, donde Esteban iba tras él, con su arma levantada apuntando a la espalda del hombre.
Mi corazón se hundió cuando sonó otro disparo. La bala se alojó en la espalda del hombre y este cayó al suelo, con un charco de sangre formándose alrededor de su cuerpo s