El sonido de sus propios pasos era lo único que oía mientras cruzaba el estacionamiento subterráneo.
Valentina sostenía las llaves con fuerza, como si pudieran protegerla de algo que no sabía nombrar.
El aire estaba frío. Denso. Como si la ciudad también la presintiera distinta.
Entró a su carro sin mirar atrás.
Encendió el motor.
Respiró hondo.
Y por fin, dejó caer la máscara.
La conversación con Sebastián le daba vueltas como una espina en la garganta.
"Si no eres mía, no serás de nadie."
No era una frase romántica.
No era pasión.
Era posesión desnuda.
Una amenaza. Un grito de ego herido camuflado de deseo.
Valentina lo había enfrentado. Se había ido firme.
Pero por dentro… no estaba bien.
No le tenía miedo exactamente.
Pero sí respeto al abismo que empezaba a entrever en sus ojos.
Durante días trató de retomar su rutina.
Volvió a sus entrenamientos en las mañanas.
Asistió a reuniones con inversionistas.
Llevó sus casos legales como si nada estuviera ocurriendo.
Pero todo era distin