"Cuando el poder se fractura, las ratas no solo huyen: se venden."
Valentina no parpadeaba. Frente a ella, los documentos digitales destellaban nombres, fechas, conexiones. Cada línea era un hilo de sangre atado al corazón del Estado. Sebastián, apoyado contra la pared, la observaba en silencio. Su mente también giraba rápido, midiendo riesgos, anticipando movimientos.
—Necesitamos algo más que indignación —dijo ella, con la voz firme—. Necesitamos **acción legal inmediata**.
Él asintió.
—Y presión mediática. Los tribunales se mueven cuando las cámaras apuntan.
Se miraron. El plan que estaban a punto de ejecutar **no era uno más**. Era la jugada que Isabel jamás imaginaría. Porque **no venía desde el frente, sino desde dentro**. Desde los cimientos mismos que ella había podrido.
Valentina tomó su celular y marcó un número cifrado.
—¿Estás listo? —preguntó.
La voz al otro lado respondió con un simple: *Sí*.
—Activa los nombres. Hora cero.
Colgó. Sebastián se acercó y deslizó un sobre m