"Los imperios no caen en silencio. Rugen. Y en ese rugido, a veces, devoran a los inocentes."
La noche cubría la ciudad con una tensión que se podía cortar. En la sede de la Fiscalía, el fiscal auxiliar pasaba los documentos como si fueran dinamita. Cada firma, cada grabación, cada cuenta cifrada… una bomba en potencia.
Y mientras eso ocurría, en el subsuelo de un edificio sin nombre, Isabel Montenegro **activaba el “plan Delta”**.
—Confirma objetivo uno y dos —ordenó, sin levantar la voz.
Su nuevo jefe de seguridad, un hombre sin pasado y sin nombre oficial en ninguna base de datos estatal, asintió con una mueca fría. Tocó su auricular y respondió:
—Objetivo uno en movimiento. Objetivo dos bajo vigilancia.
—No quiero errores —dijo ella—. No esta vez.
—
Afuera, **la ciudad no dormía**. Las redes ardían con hashtags como `#MontenegroCriminal`, `#JusticiaSinRostro` y `#ElEstadoSeRinde`. Las imágenes de las reuniones secretas se habían vuelto virales. Y los medios, finalmente liberados d