En la sala de reuniones, Estefanía terminó de poner en la mesa las carpetas para los asistentes justo cuando ellos llegaban.
—Qué bueno verte de regreso. Esa rinofaringitis debió estar muy complicada para faltar tres semanas —comentó Danilo.
—Los virus respiratorios van al alza. Las hospitalizaciones por su causa son un 23% más altas que el año pasado —agregó Félix, demostrando que tenía cifras para todo.
—Sinceramente, yo creí que te habían despedido. O que aprovechaste el viaje del jefe para tomarte vacaciones, como hacía Danae —dijo Anastasia, que no disimulaba el desagrado de verla de regreso.
—Estaba enferma, pero ya estoy mejor —se limitó a decir Estefanía.
—Pues sí te ves bastante mejor —Danilo le dio un vistazo completo.
Nuevo corte de cabello, ropa de su talla, menos ojerosa y pálida. Las carnes del rostro parecían menos enjutas también. Ya tenía mejillas.
—Yo también quiero tener rinofaringitis y que me cuide una enfermera bien guapa —añadió—. ¿Tuviste un enfermero gu