Con el repiqueteo de las teclas, las palabras de Estefanía iban fluyendo, emergiendo del óxido que recubría sus recuerdos. La reciente invasión a su privacidad con la divulgación de aquellas fotografías fue la gota que rebalsó el vaso.
Llegó a la estación de policía acompañada de Winter, Franco, Macarena y varios más que quisieron dar su testimonio y apoyarla en la denuncia.
Jamás esperó aquello.
—Somos un equipo —volvió a decirle Winter cuando terminaron las diligencias en la estación—. Puedes tomarte la semana; esto no es fácil. Regresa cuando te sientas mejor.
Estefanía se despidió de sus compañeros de trabajo y subió a su auto.
Y allí se quedó.
¿Sentirse mejor?
Para lograrlo, tenía que ser capaz de sentir y, actualmente, no sentía nada. No estaba asustada, no estaba horrorizada; no estaba enojada. Tal vez le extrañaba que algo así no hubiera sucedido antes, pero ahora el que estaba sintiendo mucho era Alex.
Él debía estar asustado y también furioso con ella, y si ya había desc