La tormenta había amainado, pero no la que rugía en el interior de Clara. Sentada junto a la ventana de su habitación, observaba cómo las últimas gotas de lluvia resbalaban por el cristal, igual que las lágrimas que había derramado noches atrás. El cielo gris parecía reflejar la confusión que la atormentaba desde que había escuchado aquel rumor en el mercado.
"Un soldado dado por muerto ha regresado a Londres..."
Las palabras flotaban en su mente como fantasmas. No había nombres, no había certezas, solo una posibilidad tan frágil como devastadora. ¿Y si Edward estuviera vivo? La idea la estremecía hasta la médula. Había construido su nueva vida sobre los cimientos de su muerte, había enterrado a Evelyn D'Armont junto con el recuerdo de su amor perdido.
Clara se levantó y caminó hacia el pequeño escritorio donde guardaba la única carta que había conservado de su vida anterior. La desdobló con cuidado, como quien manipula una reliquia sagrada. La tinta se había desvanecido en algunas pa