La casa estaba en calma aquella mañana, una paz inusual después de las semanas de tensión. Bianca estaba en la cocina, preparando el desayuno, mientras Matteo jugaba con bloques de madera en el suelo. Luca la observaba desde la puerta, su corazón lleno de una mezcla de gratitud y melancolía.
Habían sobrevivido a tanto: la violencia, las amenazas, y la sombra del pasado que parecía nunca querer soltarlos. Pero también habían construido algo sólido, algo que el fuego ni los enemigos podían destruir.
—¿Qué piensas? —preguntó Bianca, dándose cuenta de su mirada pensativa.
—En todo, —respondió Luca, entrando a la cocina para rodearla con sus
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Luca cerró la última maleta y la colocó en el auto. Matteo, aún somnoliento, se acomodó en su asiento trasero con su peluche favorito, mientras Bianca verificaba por tercera vez que no olvidaban nada. Era el inicio de un viaje que simbolizaba mucho más que unas vacaciones: era una declaración de que su nueva vida estaba lista para ser vivida plenamente.—¿Listos? —preguntó Luca, mirando a su familia con una mezcla de emoción y tranquilidad.—Más que listos, —respondió Bianca con una sonrisa radiante.Su primera parada fue en Florencia, donde pasearon por las calles empedradas llenas de historia y arte. Bianca, con su am
El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Matteo jugaba en el suelo con una pequeña torre de bloques de madera. Luca miraba a Bianca desde el marco de la puerta, observando cómo se inclinaba para limpiar una pequeña mancha de la mesa. La vida, pensó, finalmente se sentía tranquila. Pero también sabía que era hora de crecer un poco más.—Bianca, he estado pensando... —comenzó Luca, tomando asiento frente a ella—. ¿Qué dirías si buscamos una casa nueva? Algo con más espacio para Matteo y para lo que venga.Bianca levantó la mirada, sorprendida, pero su expresión pronto se transformó en una sonrisa.—¿Ha
El sol matutino se colaba por las ventanas de la nueva casa, iluminando los rostros de Luca y Bianca mientras disfrutaban de su café. Desde el jardín, las risas de Matteo resonaban mientras jugaba con un pequeño coche de madera que Luca había construido para él. Bianca sonrió al escuchar su entusiasmo.—Tiene tanta energía desde que se despierta, —dijo Bianca, estirándose con una mezcla de cansancio y alegría—. A veces me pregunto de dónde saca tanta vitalidad.Luca rió, pero pronto su expresión se volvió pensativa.—Esa energía puede ser un regalo y un desafío, —respondió—. Pero quiero asegurarme de manejarla de la manera co
Los días en el pueblo continuaban fluyendo con un equilibrio casi perfecto. La galería de arte de Bianca se había convertido en un referente no solo para los lugareños, sino también para turistas que llegaban curiosos por su encanto y originalidad. Su colección combinaba el arte contemporáneo con piezas inspiradas en el paisaje local, lo que le daba un carácter único.Una tarde, mientras organizaba una pequeña exposición, Bianca fue abordada por dos hombres elegantes, de aspecto profesional. Se presentaron como inversores de una reconocida empresa internacional de arte y cultura.—Señora Bianca, —comenzó uno de ellos—, hemos estado siguiendo su trabajo. Creemos que tiene un potencial increíble y quisiéram
Las noches en la nueva casa de las colinas habían sido tranquilas desde su mudanza, pero últimamente la oscuridad traía consigo una inquietud que ni siquiera el cálido abrazo de Bianca podía disipar. Luca, quien había encontrado un equilibrio entre su pasado y su presente, comenzaba a luchar contra algo que no podía controlar: las pesadillas.En ellas, rostros conocidos de su antigua vida lo acechaban, miradas de reproche y dolor que lo hacían despertar empapado en sudor. A veces soñaba con Matteo en peligro, atrapado en un mundo que Luca había jurado dejar atrás. Bianca lo notó de inmediato, aunque Luca intentaba disimular.—Luca, amor, ¿qué está pasando? —preguntó una mañana mientras serví
Era una mañana tranquila en el taller de Luca, el sonido del martillo contra el metal llenaba el aire. Luca trabajaba en el motor de un viejo coche mientras Matteo jugaba en el patio con sus juguetes. Bianca estaba en la galería, preparando una nueva exposición. La vida parecía estar en un equilibrio perfecto.Entonces, un coche desconocido se detuvo frente al taller. Luca levantó la vista, limpiándose las manos con un trapo, mientras observaba a un hombre que bajaba del vehículo. Lo reconoció de inmediato. Era Alessandro, un antiguo aliado de su vida pasada. El tiempo había pasado, pero los años no habían borrado los recuerdos de sus días juntos en un mundo que Luca prefería olvidar.Alessandro, vestido con ropa sencilla pero elegante,
Era una tarde soleada cuando el coche de los padres de Bianca se detuvo frente a la nueva casa en las colinas. Bianca, con Matteo en brazos, salió a recibirlos. Aunque las relaciones con sus padres habían mejorado desde la reconciliación, esta era la primera vez que visitaban el hogar que ella y Luca habían construido juntos.—¡Mamá! ¡Papá! —dijo Bianca con una sonrisa nerviosa mientras ellos bajaban del coche.—Es hermosa la casa, Bianca —comentó su madre, admirando el entorno.Su padre, sin embargo, parecía más reservado. Aunque había dado su bendición tiempo atrás, aún guardaba cierta cautela hacia Luca.
El verano había llegado al pequeño pueblo, trayendo consigo días largos y cálidos. Una tarde, mientras Bianca regaba las flores en el jardín, vio un camión de mudanza detenerse frente a la casa vecina, que había estado deshabitada por años. Una pareja bajó del vehículo, seguidos por una niña de rizos oscuros y una gran sonrisa.—¡Mamá, papá! ¡Miren! —gritó Matteo desde el columpio, señalando a la recién llegada.Bianca sonrió y, tomando de la mano a Matteo, se acercó para saludar.—¡Hola! Soy Bianca, y este es Matteo. Vivimos aquí al lado.La mujer,