El atardecer caía lentamente sobre el pueblo, bañando las calles de un tono dorado que contrastaba con la tormenta que rugía en el interior de Aurora. El mensaje había llegado esa misma mañana, una carta anónima deslizada por debajo de la puerta de su estudio. Breves líneas escritas con letra temblorosa, pero claras como el agua: Marco está jugando en ambos bandos. No confíes en él. Al principio, lo había ignorado, pensando que era otra de las maniobras de Vittorio para desestabilizarla. Pero algo en su corazón le pedía respuestas, y esa tarde decidió enfrentarlo.

Aurora caminó hacia el pequeño departamento donde Marco vivía desde que había llegado al pueblo. El lugar, austero y sin lujos, siempre había sido un reflejo de la sencil