El tren que llevaba a Matteo y Aurora a Milán avanzaba bajo un cielo gris, presagio del caos que se avecinaba. Ambos estaban tensos, concentrados en lo que estaba por venir. Milán, con su aire cosmopolita y su ritmo vertiginoso, sería el escenario de uno de los momentos más críticos de su lucha contra Vittorio Russo. En esta ciudad se celebraría un evento político de alto nivel, al que asistirían figuras clave de la justicia, los negocios y, por supuesto, del bajo mundo. Matteo había diseñado un plan audaz: usar los documentos que tenían para exponer públicamente a Vittorio, obligándolo a retroceder o, al menos, a revelar su verdadera cara.
Aurora, por su parte, no podía apartar la mirada del paisaje que se deslizaba por l