Era una mañana tranquila en el pueblo cuando llegó la carta. Bianca estaba en el estudio de su galería, terminando los detalles de una pintura que había estado trabajando por semanas. Luca entró con Aurora en brazos y Matteo jugando a su alrededor, sosteniendo el sobre lacrado que claramente venía del extranjero.
—¿Esperas algo? —preguntó Luca, entregándoselo.
Bianca negó con la cabeza y abrió el sobre con curiosidad. Sus ojos se agrandaron al leer las primeras líneas.
—Es una invitación... para una exposición en París. Quieren que lleve mi trabajo a una galería internacional —dijo, mirando a Luca con una mezcla de emoción y miedo