La noche era fría y silenciosa mientras Luca y Bianca se dirigían a la mansión de los Moretti, una familia mafiosa rival con la que nunca había tenido una relación cordial. El auto avanzaba por una carretera serpenteante, escoltado por otros vehículos llenos de hombres armados. Bianca, sentada junto a Luca, observaba cómo apretaba con fuerza el volante, su mandíbula tensa y su mirada fija en el horizonte.
—¿Estás seguro de que esta es la mejor opción? —preguntó ella, rompiendo el silencio.
Luca la miró de reojo y suspiró.
—No tengo otra opción. Alessandro está demasiado bien conectado, y solo los Moretti tienen los recursos para equilibrar la balanza.
Bianca asintió, entendiendo la gravedad de la situación. Había aprendido a confiar en los instintos de Luca, pero sabía que acercarse a los Moretti era