El sol comenzaba a ocultarse detrás del horizonte, proyectando sombras alargadas en los pasillos de la residencia de Alexander. Había pasado diez días desde el caótico rescate de Emilia y la tensión en el ambiente seguía siendo palpable.

Alexander y Emilia parecían dos imanes opuestos: incapaces de alejarse, pero también demasiado cargados para unirse sin consecuencias.

Emilia había pasado esos días entre el silencio y la reflexión. Sus heridas físicas estaban casi completamente sanadas, pero el dolor emocional seguía lacerando su alma. Había cosas que no le dijo a Alexander. Incluso si no le sorprendieron al momento de escucharlas de boca de Dimitri y Viktor, una vez la adrenalina se agotó en sus venas y la situación volvió a la normalidad, no pudo ignorarlas por completo.

A pesar de su deseo de confrontarlo, algo la detenía. Su intuición tal vez le recordaba el temor a lo que podría descubrir o a lo que esa verdad podría costarle.

Por su parte, Alexander se había mostrado inusualment