Los últimos acontecimientos en la vida de Emilia le llevaron a tomar la decisión de ser menos precavida. Jugando el juego de la seguridad, no indagaba de forma directa, pero con la presencia de Alexander Sidorov acechándola y los celos de Katerina —estando ella en una posición por encima—, no le permitía correr el riesgo de ser “echada” de su empleo por los caprichos de alguno de los dos.

Ya que en La Espiral la gente no estaba dispuesta a hablar del pasado, su mejor opción era ser más asertiva y arriesgada en el Oblivion Lounge. No era ingenua, sabía muy bien la clase diversa de clientela del club, desde altos ejecutivos de grandes corporaciones hasta reconocidos —y no tan conocidos— jefes mafiosos. Emilia incluso identificó a un par de políticos; de hecho, el hijo del alcalde de la ciudad era un habitual allí, al punto de tener dos acompañantes favoritas, a las que solicitaba cada vez que iba al club. Lo cual era bastante seguido, al menos una vez a la semana.

Un sábado por la noche,