Capítulo 28: Un corazón. Sin corazón
Katerina permaneció varios minutos sola en su oficina, se dejó caer sobre la silla como si el peso de toda esa interacción le hubiese robado la energía. Al borde del asiento de cuero, parecía una estatua desquebrajada, a punto de romperse. El único ruido que se escuchaba en la estancia era el clac-clac de su estileto, el cual golpeaba contra el suelo rítmicamente, sin darse cuenta, prueba inequívoca de que la ansiedad se abría paso en su interior cual veneno amargo y silencioso. En el oscuro vidrio del escritorio frente a ella, su reflejo parecía pertenecer a otra persona: el cabello rubio perfectamente peinado, el maquillaje aún impecable, pero los ojos… Sus ojos eran lo único que demostraba que dentro de su ser se formaba una tormenta.
«No vas a llorar», se dijo, apretando las mandíbulas hasta que le dolieron. «No puedes llorar… ni por ella ni por… ni por nadie.»
Se levantó del asiento en un movimiento decidido y marchó directo al baño privado. Delante del lavabo, abrió el grifo, re