NUNCA TE QUIZO

La rabia no había desaparecido. Aunque su encuentro con Marcus la había dejado destrozada, había alguien más con quien debía enfrentarse.

Viviana.

Su mejor amiga.

La mujer en la que confiaba ciegamente.

La misma que le había robado todo en cuestión de segundos.

Alicia Michelle sentía su cuerpo temblar mientras conducía. No lloraba. No podía. Había cruzado la línea del dolor y solo quedaba vacío.

Sabía exactamente dónde encontrar a Viviana.

El departamento de su amiga no estaba lejos, y cuando llegó, no dudó en bajarse del auto y subir hasta su puerta. Golpeó con fuerza, sin importarle si los vecinos escuchaban.

—¡Viviana, abre la puerta!

Hubo un silencio tenso.

Alicia golpeó de nuevo, con más fuerza.

—¡Sé que estás ahí! ¡No intentes esconderte, Viviana!

Después de unos segundos, la puerta se abrió lentamente, revelando a la mujer que había sido su amiga por años.

Viviana estaba impecable.

Vestía un conjunto de seda color champán, su cabello estaba recogido en una coleta alta y sus labios rojos dibujaban una media sonrisa.

Como si nada hubiera pasado.

Como si no hubiera destruido la vida de Alicia hace menos de una hora.

—Vaya, vaya… —murmuró Viviana, apoyándose contra el marco de la puerta—. Qué sorpresa verte aquí, querida.

Alicia sintió un nudo en la garganta.

Su amiga ni siquiera parecía avergonzada.

Ni siquiera intentaba ocultarlo.

—¿Cómo pudiste? —su voz sonó rota, pero llena de furia—. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Viviana?

Viviana se cruzó de brazos, observándola con una expresión de diversión.

—Sabía que vendrías, pero no pensé que serías tan predecible —respondió con tono despreocupado—. ¿Vienes por respuestas?

Alicia sintió que sus piernas temblaban, pero no retrocedió.

—¿Cuánto tiempo? —susurró.

Viviana ladeó la cabeza.

—¿Cuánto tiempo qué?

—¡No te hagas la estúpida! —gritó Alicia, sintiendo su respiración agitarse—. ¿Cuánto tiempo llevas acostándote con Marcus?

El silencio de Viviana fue la peor respuesta.

Finalmente, la mujer suspiró y apoyó una mano en su cadera.

—Desde la noche de tu compromiso, aunque la primera no pudo ser por el nacimiento de tu sobrino, aquella noche ya le había robado un beso y la siguiente noche escogida si hicimos el amor como nunca, y todos los demás dias siguientes.

Alicia sintió que el aire abandonaba sus pulmones.

—No… —susurró, negando con la cabeza.

Pero Viviana no había terminado.

—Esa noche, cuando todos celebraban tu felicidad, Marcus y yo nos encontramos en la habitación del hotel —su tono se volvió más cruel, como si disfrutara cada palabra—. Fue una noche inolvidable.

Alicia sintió un nudo de náuseas subir por su garganta.

—Eres una mentirosa…

Viviana rió con burla.

—¿Soy una mentirosa? ¿Aún dudas después del video? —ladeó la cabeza con una expresión victoriosa—. Pobrecita, Alicia. Siempre viviendo en su burbuja, creyendo que Marcus realmente te amaba.

Los ojos de Alicia se llenaron de lágrimas, pero no dejó que cayeran.

—Él… me eligió a mí.

Viviana soltó una carcajada.

—No, querida. A él lo obligaron a elegirte, su familia lo obligó a jugar como el chico enamorado.

Alicia sintió como si algo dentro de ella se rompiera con un crujido doloroso.

—¿De qué estás hablando?

Viviana sonrió con malicia.

— Marcus nunca tuvo opcion Alicia. Nunca te quiso. Solo aceptó porque era lo que su familia esperaba, él fue obligado, porque todos saben lo que significa ser Heredera e Hija de Alessandro Morgan, ser la hija de Alicia Montero, hermana de Aaron Morgan.

Alicia sintió su garganta cerrarse.

—Eso… no es verdad, su familia no lo pudo haber obligado.

Pero Viviana siguió.

—Yo era la única a la que él realmente deseaba. La única que él buscaba cuando te dejaba en casa después de sus viajes de negocios.

Alicia sintió que le faltaba el aire.

—No…

—Y hay algo más.

Viviana hizo una pausa dramática, disfrutando el momento.

—Quedé embarazada de él. Dos veces.

Alicia sintió como si su corazón se detuviera.

—Mientes…

Viviana negó lentamente.

—¿Por qué crees que desaparecí por meses? —susurró con voz venenosa—. Perdí dos bebés de Marcus… bebés que sí quería tener conmigo.

Las piernas de Alicia fallaron por un momento.

Se aferró a la pared, sintiendo que su mundo se hacía pedazos.

Viviana la miró con superioridad.

—Eres la Heredera Morgan, sí, pero eso no significó nada para Marcus. Aunque para su familia si. Yo fui la mujer que él realmente amó. La que realmente deseaba, por algo nunca te toco, por algo nunca te hizo suya.

Alicia sintió que todo dentro de ella se apagaba.

Su confianza.

Su dignidad.

Su amor propio.

Viviana la miró con una sonrisa satisfecha.

—Mírate. Estás rota, Alicia —se burló—. Qué patético, no eres nadie, nunca serás nadie, cualquier hombre que esté cerca de ti va a cansarse porque eres mojigata, eres de las que espera la noche de bodas para entregarse a un hombre, estas guardando tu castidad y aquello a ningún hombre le importa, es más quitarte la virginidad sera un reto para los hombres para después desecharte como a una basura, sabes algo, me hubiera encantado que te hubieras casado con Marcus porque tenía la fantasía de que tuviera sexo conmigo en tu cama en tu cuarto de baño, en tu sofá favorito, en tus muebles.

Alicia respiró con dificultad, su pecho subía y bajaba violentamente.

Cada palabra de Viviana la había destrozado más de lo que creía posible.

Quiso responder, quiso gritarle en la cara que todo era mentira.

Pero…

¿Qué podía decir?

Marcus la había traicionado.

Y Viviana acababa de destruirla con la verdad.

Sin decir una sola palabra más, Alicia giró sobre sus talones y salió del departamento, sintiendo su cuerpo temblar incontrolablemente.

Cuando llegó a su auto, sus manos apenas pudieron sostener el volante.

Sus labios se separaron en un intento de respirar, pero el llanto ahogado la atrapó.

Todo había sido una mentira.

Marcus nunca la amó.

Y Viviana… Viviana lo había tenido en sus manos todo este tiempo.

Apretó los dientes con fuerza, sintiendo la desesperación tragársela entera.

Desde ese momento, Alicia Michelle Morgan nunca volvería a ser la misma.

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