El cielo ardía en tonos naranjas y rosados cuando el sol comenzó a ocultarse en el horizonte. Alicia permanecía en la cubierta, con la brisa marina acariciando su rostro y el sonido de las olas golpeando suavemente el casco del crucero. A su lado, Dante observaba en silencio, su porte imponente menos rígido de lo habitual. Había algo diferente en él, una especie de tranquilidad que Alicia no estaba acostumbrada a ver, ambos permanecen en silencio hasta que Dante rompe aquella atmósfera.

—¿Te gustaría acompañarme esta noche a la fiesta de cierre del crucero? —preguntó él de pronto, sin apartar la vista del horizonte.

Alicia giró su rostro hacia él, sorprendida por la invitación. Su primer impulso fue rechazarlo, pero algo en la forma en que Dante lo dijo, sin órdenes ni imposiciones, la hizo dudar. Finalmente, asintió.

—Está bien —respondió en voz baja — Acepto ir contigo a la fiesta.

Dante esbozó una leve sonrisa y asintió. Sin decir más, se retiró, dejándola sola con sus pensamientos