La última noche en aquel crucero estuvo acompañado de las olas del mar, de Alicia contemplando la hermosura de aquella noche, de Dante demostrando que podía ser muy caballerosos. Alicia recostó su cabeza en el pecho del hombre.

Al día siguiente tocaron suelo nuevamente, pero Dante directamente de Alemania ya se dirigió a Italia.

El viaje de regreso a Italia transcurrió en silencio. Alicia, sentada junto a la ventana del jet privado, observaba el paisaje sin realmente verlo. Su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones. Todo lo que había pasado en el crucero la había dejado confundida, atrapada entre el deseo y la razón. Dante no había dicho nada desde que abordaron el avión, aunque ella podía sentir su presencia firme a su lado.

Alicia se llevó una mano a los labios, recordando el beso lento y distinto que compartieron en la fiesta hawaiana. Algo en ella había cambiado, pero no podía permitirse analizarlo en ese momento. No cuando todo era tan incierto.

Cuando aterrizaron en