51. Entre planes y Caricias
—No lo hago por capricho —dijo —Lo propongo porque es la forma más definitiva de restituir lo que perdimos. Y porque, de esa manera, nadie podrá decir que no tienes derecho a ejercer tu maternidad con la fuerza de un apellido reconocido. ¿Acaso no lo deseas? —preguntó, clavando sus ojos en los de ella con la fuerza de quien pretende arrancar la verdad.
La pregunta golpeó a Shaya con la violencia de un viento helado, recuperar a su hijo. Aquella posibilidad centelleó en su mirada, interrumpiendo la calma falsa que la circundaba. No era solo una expectativa, era un agujero en su pecho al que había aprendido a poner vendas, a nombrar silencios. Su hijo era la herida más abierta y la ambición más ardiente.
—No quiero solo recuperar a mi hijo —dijo, y sus palabras se hicieron cuchillo —Los quiero hacer pagar por todo lo que me han hecho.
Eryx no se sorprendió por la ferocidad en su voz; la conocía, la había visto tallada en su rostro cuando la humillación había pasado de lo público a lo