98. Distancia Mortal
La carretera estaba desierta, cubierta por una neblina que se levantaba apenas con la brisa de la madrugada. Los faros del auto de Eryx cortaban la oscuridad mientras avanzaban a toda velocidad, y el sonido del motor rugiendo parecía mezclarse con los latidos frenéticos de su corazón. Shaya estaba agazapada sobre el asiento, abrazando su cuerpo con fuerza, tratando de hacerse pequeña, intentando desaparecer del mundo para mantenerse viva. Sus ojos brillaban por el miedo y la tensión, mientras el peso de la situación caía sobre ambos como un manto pesado.
—Baja la cabeza, Shaya —ordenó Eryx con la voz firme, aunque el miedo que lo atravesaba no podía ocultarlo del todo.
Ella obedeció al instante, inclinando su cuerpo, escondiendo su rostro detrás del asiento, sintiendo cómo el aire se volvía denso y el sudor le corría por la frente. Cada curva, cada destello de luz reflejado en el parabrisas le hacía saltar el corazón.
Detrás de ellos, los faros del auto de Claudia aparecieron como luc