96. Justicia Oculta
La noche en la residencia de los Allens se había vuelto densa, cargada de un silencio pesado, solo interrumpido por el tic-tac del reloj en la sala y el murmullo distante de la ciudad que parecía ignorar la tragedia que había tocado la vida de quienes habían perdido a Ren. Eryx permanecía sentado frente a la bolsa con las pertenencias de su amigo, cada objeto sobre la mesa como un recordatorio tangible de la injusticia cometida. Shaya, a su lado, no se movía, pero su mano sobre la de él era un ancla silenciosa, un puente que transmitía fuerza, comprensión y compañía.
—Tenemos que comenzar —dijo Eryx con voz grave, casi un susurro que parecía resonar en toda la sala —Christian debe estar revisando todo. Nadie va a salir con la suya.
Shaya asintió, aunque su rostro todavía reflejaba la preocupación por Ren y el miedo latente de lo que vendría. Sabía que Eryx no descansaría hasta encontrar a quien había arrebatado a su amigo, y también entendía que la vida de todos ellos podría verse ame