99. una venganza latente
La noche estaba teñida de un negro intenso, apenas iluminada por los faros de los autos que surcaban la carretera. La velocidad era un constante rugido que se mezclaba con la respiración agitada de Eryx, que no podía permitir que Claudia los alcanzara. Shaya, sentada a su lado, mantenía la calma aparente, aunque su corazón latía acelerado, y sus manos estaban tensas sobre el asiento. Cada curva, cada giro del volante, cada destello de luz parecía acercar a Claudia, implacable, como si su única misión fuera cazarlos hasta el final.
—Shaya, agáchate —dijo Eryx con voz firme, mientras esquivaba un camión que se cruzaba en el carril contrario. La adrenalina convertía sus movimientos en pura precisión.
Shaya obedeció inmediatamente, encogiéndose hacia el asiento, tratando de minimizar la posibilidad de ser alcanzada por un disparo. Sabía que Claudia no dudaba, que cada bala disparada podría significar la muerte de ambos, y la imagen de su hijo, seguro en casa bajo el cuidado de Marta, le d