26. El Precio de la Lealtad
Eryx no respondió de inmediato. Hubo un silencio pesado, apenas roto por el crepitar de la chimenea.
—Un hombre que no merece respirar el mismo aire que nosotros —dijo finalmente, con una calma tan helada que helaba la piel.
Ren asintió, como si la sentencia de Allen confirmara lo que ya sabía.
—Por eso te ofrezco mi lealtad en este juego. No se trata solo de negocios, Eryx. Quiero su ruina. Quiero que su apellido se arrastre en la mugre.
Eryx encendió un cigarrillo con parsimonia.
—Tendrás tu oportunidad, Ren. Pero no olvides algo, la venganza es como el fuego. Si no sabes controlarla, te consume antes de alcanzar a tu enemigo.
Ren sonrió con dureza.
—No tengo miedo de quemarme.
Detrás de la columna, Shaya apretó los puños contra su vestido. Cada palabra había atravesado sus oídos como un martillo. Victoria. Una vida truncada. Otra víctima de Santiago.
Su mente viajó a su propio dolor, a la pérdida de su hijo, a las noches en que había creído que el vacío la destruiría. Y ahora enten