En una esquina del salón, Claudia hacía alarde de su papel como “la nueva reina”. Santiago estaba a su lado, con la arrogancia de siempre, aunque su mirada se desvió varias veces hacia Shaya.

La escena se tensó cuando varios empresarios se acercaron a Santiago con sonrisas tensas. Shaya lo observaba de lejos, con un gesto sereno, mientras los hombres lo rodeaban con preguntas incómodas. Sabía que Christian había dejado caer algunas “filtraciones” estratégicas, menciones de transferencias sospechosas, rumores de que un banco europeo investigaba movimientos relacionados con Pavón Enterprises.

Claudia, ingenua, sonrió sin darse cuenta de que las miradas ya no eran de admiración, sino de sospecha.

—¿Qué ocurre? —preguntó ella en voz baja, tirando de la manga de Santiago.

Él le lanzó una mirada dura, como un rey que empieza a sentir que su corona pesa demasiado.

Más tarde, Shaya salió al balcón del lugar para tomar aire. El frío de la noche le golpeó el rostro, pero no se movió. Sentía que