A Salvatore solo le bastaron tres días para saber todo sobre aquella pintora que se llamaba Adalyn. Investigó tan a fondo que sentía que la conocía a la perfección. Su obsesión por ella había aumentado en el momento en que durmió y volvió a soñar con aquella desconocida mujer que ahora tenía el rostro de Adalyn. Era ella, la mujer con la que siempre estuvo soñando y quien se había robado su corazón; por fin la había encontrado. Ahora por fin estarían juntos y no se detendría en tenerla a su lado.
Al principio Salvatore no quería tener a nadie a su lado, sabía que sería peligroso para ambas partes y no quería dañar a esa persona que elegiría estar con él. Sin embargo, hubo muy pocas mujeres que intentaron entrar en la vida de Salvatore, estaban enamoradas de la vida que aquel mafioso podía darles: riqueza, poder y estar al lado de un hombre imponente que muchas mujeres deseaban. Salvatore no era idiota, sabía que muchas de las mujeres que se le acercaban era por simple interés, aun a pesar de ser alguien atractivo a la vista, pero su padre le dejó muy en claro cómo funcionaba aquel mundo.
Solo con algunas llegó a intentar tener una relación, intentaba obligarse a sí mismo a sentir algo, pero nunca funcionó. Aquel mafioso frío simplemente no sentía ninguna conexión o emoción hacia aquellas mujeres, las cuales intentaban todo lo posible para estar con él. Sin embargo, ninguna había llegado a conquistar el frío corazón del mafioso. Era él quien dejaba una marca en sus recuerdos, marchándose a los pocos días y volviendo a soñar con Adalyn, quien lo consolaba.
A aquel mafioso se le hacía extraño sentir aquella conexión tan real con alguien que soñaba constantemente, incluso pensaba que se estaba volviendo loco. Pero secretamente había leído en internet que había más personas a las que les pasaba lo mismo y que algunas llamaban a esas personas que aparecían en sus sueños como "almas gemelas". Eso le llegó a pegar un poco a Salvatore, provocando que investigara mucho más sobre el tema. Había leído tantas cosas que lo que más le había llegado a pegar era que quizás su "alma gemela" podría estar muerta y que por eso la soñaba diariamente.
Sin embargo, algo dentro de Salvatore hizo que no se rindiera en seguir buscándola. Quizás era su propia terquedad entrando en acción o, lo más posible, las palabras de su madre unas semanas antes de morir: "— Dos almas que están destinadas a estar juntas buscarán la manera de encontrarse… No importa cuánto tiempo pase, se seguirán buscando hasta en la muerte…"
Cuando su madre le había dicho aquello fue de la nada, este no se había esperado que ella le dijera algo así. Pero presentía que quizás ella había pasado por lo mismo o que quizás sabía más de lo que no quería decirle. Esa frase solo hizo que Salvatore no se rindiera durante esos años buscando a aquella mujer y estaba muy seguro de que era Adalyn, y por primera vez en años abriría su corazón solo por ella.
(…)
Adalyn observaba por la ventana del avión cómo el extenso mar estaba debajo de ellos. Faltaban varias horas para que pudieran aterrizar y, extrañamente, se sentía ansiosa. La joven de piel pálida creyó que solo se trataba de su emoción de ver a su amiga luego de años sin verse o también que su amiga la invitó a su boda pidiéndole que fuera su madrina; sin embargo, Adalyn sentía que era algo más que no podía descifrar del todo.
De sus rosados y delgados labios salió un pequeño suspiro mientras se acomodaba en su asiento. Sus ojos marrones se mantuvieron fijos en el dibujo que estuvo haciendo en todo el vuelo. Su dedo índice trazó la zona del rostro en aquel dibujo de un hombre que había visto en sus sueños; sin embargo, no poseía rostro, estaba en blanco. Y es que Adalyn había estado soñando hace pocos meses con aquel desconocido hombre, viviendo momentos románticos con él.
La manera en que la hacía sentir amada en sus sueños era absurda, jamás se había sentido así con ninguna de sus anteriores parejas. Había hecho algunas pinturas relacionadas con aquel desconocido hombre, pero nunca las había mostrado en sus redes sociales o en alguna galería de arte. Aquellas obras prefería quedárselas para sí misma, sentía que era como mostrar un pedazo de su alma.
Adalyn había comenzado a pintar desde su adolescencia en su país y con el apoyo de sus padres comenzó a crecer al punto de que era reconocida en su país por sus obras únicas que describían muchas emociones. Sin embargo, su vida amorosa nunca fue buena. Sus parejas le repetían constantemente que ella era la del problema al estar tan absorta en sus obras o que era alguien insípida. Esto último le había provocado inseguridades al punto de no querer salir con otra persona hasta que llegara el hombre indicado a su vida.
Sin embargo, ella presentía que nunca lo encontraría. Ya se había mentalizado que estaría sola toda su vida mientras veía a sus amigos formando sus familias con las personas que amaban. Mientras que ella aún seguía sola, claro que algunos hombres le coqueteaban y le invitaban a salir, pero Adalyn estaba cansada de salir con hombres y que al final le terminaran dejando. Había dejado de creer en el amor, lo único que le llegaba a consolar era aquel hombre que veía en sus sueños, que la hacía sentir tan amada que le era imposible de creer.
— "Si tan solo fueras real…" —pensó mientras veía el dibujo en su libreta y justo en ese momento recibió un correo en su tablet. Al revisarlo soltó un suspiro. Era el mismo cliente que desde la mañana le estuvo escribiendo con insistencia para contratarla.
S.D.L: —"No me importaría cuánto llegues a tardar en entregar un pedido personalizado, lo único que me importa es que lo pintes tú. Además, supe por tu red social que estarás de visita en mi país y me gustaría poder tener una obra tuya y que me la dieras en persona, sería todo un honor para mí conocerte."
A.W: —"Lo lamento mucho, pero como ya le había comentado antes, no podré aceptar ese pedido. No estaré disponible para pintar durante estas semanas por compromisos personales, pero cuando vuelva de mi país quizás pueda aceptar el encargo si sigue interesado."
S.D.L: —"Por favor, insisto en que tome este pedido. Incluso me tomaré el atrevimiento de pagarle toda su estancia y cosas que necesite con tal de aceptar esta oferta, estoy totalmente dispuesto a pagar una gran suma si así usted acepta."
Adalyn había perdido la cuenta de cuántas veces había leído aquel mensaje, estaba incrédula de creer que alguien estaría dispuesto a hacer tal cosa solo por una obra suya. Una pequeña risa nerviosa se escapó de sus labios mientras volvía a leer aquel mensaje, su mente estaba completamente en blanco sin saber qué decirle. Ella no podía negar que le serviría aquel dinero, pero cierto sentimiento de incertidumbre le llegó, no conocía a aquel cliente y no podía confiar así de fácil.
S.D.L: —"No me tiene que dar una respuesta ahora, solo piénselo mientras esté en sus asuntos personales, que yo estaré aquí esperando su respuesta… Y espero que sea positiva, le deseo un buen viaje."
A.W: — "Gracias, lo estaré pensando. Le daré una respuesta en estos días, hasta luego."
Al otro lado del mundo, Salvatore intentaba calmarse, sentía cómo su corazón se encontraba acelerado y todo por ella. Y es que en cuanto aquel mafioso le había mandado un correo sintió cómo su corazón iba mucho más rápido, sintiéndose extrañamente nervioso al punto de releer cada mensaje solo para cerciorarse de que estaba bien escrito. Hacía mucho tiempo que no sentía aquel extraño nerviosismo por alguien, incluso aun cuando Adalyn se había despedido en aquel último correo, Salvatore tenía la pequeña esperanza de que si lo seguía revisando tendría un nuevo mensaje por parte de ella.
En su mente ya tenía al menos dos planes para poder acercarse a Adalyn sin tener que mostrar su verdadera identidad de mafioso, lo que menos quería era alejarla y perderla. Por eso había estado planeando todo meticulosamente, además sabía cómo acercarse a ella de forma que todo fuera algo inesperado, pero muy bien planeado por Salvatore.
—Tenemos una reunión con Ciro mañana, quiere hablar contigo sobre una nueva mercancía y algo más que te quiere comentar —mencionó Alessandro, girando su cabeza para mirar a Salvatore, quien miraba por sexta vez su teléfono como esperando algún mensaje e ignorando por completo las palabras de su mano derecha. —¿Me estás escuchando? —preguntó con un tono incrédulo mientras el chófer seguía conduciendo por calles poco concurridas.
—Sí… Ajá… Mañana una reunión —murmuró, frunciendo su ceño mientras escribía algo en su teléfono.— No asistiré a esa reunión, irás por mí —mencionó por fin con aquel tono frío mientras guardaba su teléfono. Por otro lado, Alessandro frunció su ceño molesto.
—¡¿Disculpa?! ¡Ciro quiere hablar personalmente contigo, Salvatore! —se quejó, sabiendo el mal humor que tenía Ciro cuando Salvatore no estaba en las reuniones. —¿Qué harás mañana que no puedes ir a la reunión?
—Estaré ocupado. —Alessandro sintió un escalofrío al mirar la sonrisa fría de Salvatore en su rostro.