Durante dos días, Elena estuvo junto con Adalyn. Al principio le costó mucho que confiara en ella, pero poco a poco le dejó en evidencia que no estaba allí para hacerle daño, quería ayudarla. Aun la mujer de cabellera un tanto canosa intentaba buscar una respuesta a sus preguntas, más que todo la razón del porqué Salvatore había secuestrado a Adalyn. Incluso le llegó a preguntar a Alessandro, pero de igual manera no le supo responder.
Elena observó cómo Adalyn por fin había tenido la confianza de comer más de la cuenta, sin embargo, notaba sus ojeras y su expresión cansada. Un suspiro salió de sus labios mientras se acercaba hacia la joven pintora por detrás para cepillarle su cabellera mojada, ya que le había insistido en que tomara un baño caliente.
—¿Quieres que te traiga algo más de comer? —preguntó Elena con curiosidad, sin embargo, Adalyn negó suavemente con su cabeza mientras comía con lentitud.
—Yo quisiera otra cosa… —mencionó con un tono bajo, pero no se refería a comida. —Qu