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Capítulo 03: Competencia

Cuatro días habían pasado desde que Adalyn había llegado a Italia. Todo le estaba yendo de maravilla mientras ayudaba a su amiga con los preparativos de su boda, además de salir a conocer un poco aquel país que le había llamado la atención hacía mucho tiempo. Ella desde muy pequeña sintió cierto interés en visitar o investigar sobre Italia. Adalyn sentía que algo allí la estaba esperando y ahora que estaba allí no iba a desaprovechar la oportunidad de poder conocer todo lo que una vez vio por fotografías.

Sin embargo, no podía negar que desde que había llegado al aeropuerto sentía una mirada encima de ella, como si la estuvieran vigilando constantemente. Aquello la estaba preocupando un poco, pero al buscar con su mirada al causante de su preocupación, no encontró a nadie; solo había personas hablando entre ellas u otras estando en sus propios mundos, ignorándola por completo. Esto le extrañó un poco, pero siguió con su rutina, dejando de lado aquella extraña sensación.

Adalyn tenía una expresión tranquila mientras miraba el paisaje de la ciudad, se encontraba en una cafetería en compañía de su amiga Vicky, quien estaba hablando por teléfono. Por otro lado, la joven pintora no se daba cuenta de que en la distancia un hombre le tiraba fotos disimuladamente mientras se maravillaba con su perfil y la leve sonrisa que ella tenía en su rostro al mirar algunos pájaros en un árbol.

—Estaba hablando con mi madre, parece que vendrá con más familiares a la boda —habló Vicky, rodando los ojos mientras escribía algunas cosas en su teléfono. Adalyn giró su rostro para mirarla con tranquilidad.

—Te lo dije, la última vez cuando tu hermano se casó tu madre hizo lo mismo —respondió divertida, soltando una leve risa al recordar aquel evento.— Podrías hablar con la organizadora de la boda para ver si tienen unas invitaciones extras, ya que algunos amigos no vendrán por problemas con la fecha de la boda.

Vicky asiente con su cabeza ante el comentario de su amiga, pero mientras mandaba un último mensaje en su teléfono, una sonrisa pícara apareció en su rostro, la cual Adalyn no se dio cuenta por su interés en la Panna Cotta que le habían traído. Su amiga de cabellera negra carraspeó su garganta provocando que la pintora subiera su mirada hacia ella con confusión.

—¿Qué? —preguntó confundida, frunciendo su ceño mientras llevaba una cuchara del postre a su boca.— ¿Quieres volver a comprar algo o por qué tu cara?

—No, no es eso —dijo divertida aun teniendo la misma sonrisa de antes mientras jugaba con el borde de su taza.— Quiero que conozcas a alguien… Es el mejor amigo de mi prometido, le enseñé una foto tuya y está emocionado por conocerte, me dijo que eras muy…

—No —dijo rápidamente, soltando un leve bufido.— Ya hablamos de esto, Vicky. No quiero conocer a nadie, solo vine por tu boda y luego me iré.

Un suspiro resignado salió de los labios de Vicky. Ella conocía a Adalyn hacía bastante tiempo y sabía con exactitud la razón de su negativa a conocer a alguien. Sabía las malas experiencias que tuvo hace bastante tiempo, pero Vicky estaba completamente segura de que el mejor amigo de su prometido era una buena opción para la joven pintora. Y es que lo había estado conociendo hacía bastante tiempo y sabía que sería un buen partido para su amiga, ambos tenían algunos gustos similares y aquel hombre había mostrado interés en cuanto Vicky le enseñó una foto y comenzó a hablar de ella.

—Es una lástima que no quieras… —murmuró con fingida tristeza. Sin embargo, nuevamente aquella sonrisa pícara apareció en su rostro.— Pero no podrás escapar de conocerlo, justo acaba de llegar… —Vicky giró su cabeza saludando a un hombre alto de piel clara que se acercaba hacia ella con seguridad. Adalyn estaba a nada de quejarse con su amiga ante la situación, pero se mantuvo callada ante la presencia del hombre.

—Señoritas… —saludó amablemente aquel hombre de ojos claros, mientras Vicky se levantaba de su asiento, abrazándolo mientras se giraba para ver a su amiga con una sonrisa llena de emoción.

—Enzo, quiero presentarte oficialmente a mi amiga Adalyn. Es de quien te estuve hablando —comentó con una emoción contenida mientras observaba cómo Adalyn se levantaba con cierta expresión tímida y una leve sonrisa.

Enzo la miró con una expresión amable, una sonrisa apareció en su rostro mostrando sus dientes blancos mientras daba un paso hacia ella extendiendo su mano para saludarla.

—Es todo un placer conocerte, Adalyn. Eres incluso más hermosa en persona —comentó sin pena alguna, provocando un pequeño sonrojo en las mejillas regordetas de la joven. Aquella vista a Enzo le gustó. La joven pintora extendió su mano creyendo que solo sería un apretón de manos, sin embargo, Enzo le besó sus nudillos mientras Vicky soltaba una leve risa.

—G-gracias… Es un gusto conocerte, Enzo —Su voz salió con cierto nerviosismo al no estar tan acostumbrada a aquella atención. Los tres se sentaron en la mesa mientras un mesero tomaba la orden del hombre que ahora estaba con ellas.— No quiero sonar mal educada, pero creí que Vicky y yo pasaríamos la tarde a solas.

—Invité a Enzo porque quería que ambos se conocieran, ya que son madrina y padrino de boda. Además de que me ayudará con un regalo que le tengo a mi prometido, y Enzo tenía mucho interés en conocerte —comentó con emoción Vicky, mirándolos a ambos. Adalyn miraba a su amiga con cierta timidez mientras que Enzo la miraba a ella con una sonrisa sin dejar de pensar en lo hermosa que era la joven pintora.

(…)

Salvatore en esos cuatro días en que Adalyn había llegado al país siempre la estaba vigilando, en algunas ocasiones era él personalmente y otras algunos de sus empleados que disimuladamente le tiraban fotos a la joven para entregárselas a su jefe. El primer día que Adalyn llegó al país, Salvatore estuvo en el aeropuerto mirándola de lejos, queriendo verla al menos en la distancia y sintió cómo su respiración se había cortado con solo verla.

Sin embargo, estar pendiente de Adalyn durante esos días estaba dejando de lado varios de sus negocios al punto que Alessandro estaba molesto ante las escapadas de Salvatore o que este se negara muchas veces a asistir a algunas de las reuniones que requerían de su presencia. Y justamente en este momento Salvatore no había cambiado su nueva rutina, se encontraba observando a Adalyn en la distancia, mirándola cómo hablaba con una amiga. Este no podía evitar sonreír al mirar sus expresiones, quería estar junto a ella.

—Así que esta es tu nueva distracción —habló de repente una voz a su lado. Salvatore se giró rápidamente, frunciendo su ceño y solo encontró la mirada cansada de Alessandro mientras se acomodaba en el asiento. —¿Por una mujer has estado escapándote de tus obligaciones?

—No es de tu incumbencia lo que haga con mi vida —mencionó con fastidio, mirándolo mientras miraba de reojo a Adalyn por si llegaban a irse de aquella cafetería.— Se supone que al ser tú mi mano derecha te puedes encargar de las obligaciones que tengo.

—Se nota que no has prestado atención estos días, al parecer tienes la cabeza en otro lado —comentó, dirigiendo su mirada hacia donde Salvatore estaba viendo.— Necesito que solo vayas a una reunión y te dejaré en paz, es mañana por la noche.

—¿Y por qué no puedes ir tú por mí? —preguntó sin mucho interés, tomando de su bebida mientras lo miraba fríamente.

—Intenté muchas veces, pero Ciro insiste en que vayas personalmente. Me dijo que quiere hablarte sobre Leonardo —Solo bastó decir aquel último nombre para que el ambiente entre ellos estuviese tenso. Salvatore apretó el agarre del vaso mientras su mandíbula estaba tensa.— Lo sé, sé que es un tema complicado… Y se supone que no íbamos a saber nada de él desde hace tres años, pero parece que Ciro tiene información importante y necesita hablarlo personalmente contigo.

Salvatore frunció su ceño mientras tenía su mirada perdida en el líquido de su vaso. Si Ciro no quería hablar con Alessandro era porque la situación era más seria de lo que creía. Incluso si el tema era sobre Leonardo debía prepararse para lo peor. Su mirada nuevamente se desvió hacia Adalyn y se sorprendió al ver que había llegado un hombre hacia ella, pero lo que más le molestó era cómo la había saludado y la manera en que la veía.

—Mañana tenía un compromiso —dijo por fin, pero esta vez no estaba colocando ninguna excusa para escapar de la reunión. Más bien, sabía que mañana Adalyn saldría nuevamente con su amiga para visitar algunos restaurantes y tiendas que la joven pintora quería visitar.— ¿A qué hora sería la reunión con Ciro?

—Puede ser en la noche o en la tarde que estará en el casino —Alessandro notó cómo Salvatore mantenía una mirada fija y fría hacia el hombre que hacía reír a la joven pintora. —¿Es ella a quien estuviste buscando todo este tiempo? Se parece mucho a la descripción que me dabas.

—Sí, es ella… Dile a Ciro que lo veré en la noche, más temprano no puedo… Estaré ocupado marcando territorio. —mencionó lo último en un murmullo para sí mismo, aun mirando fijamente a Adalyn y a aquel hombre que mostraba interés por ella.

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