Una expresión de total diversión se encontraba en el rostro de Alessandro, al ver cómo Salvatore lo miraba con total incredulidad. Y es que el mafioso no se había imaginado que su mano derecha estuviera justo cuando quería intentar acercarse a Adalyn como persona normal. En cambio, Alessandro solo estaba allí para vigilar a su propio jefe y que no metiera alguna excusa para no poder asistir a la reunión con Ciro.
—¿Acaso te invité a que vinieras conmigo? —preguntó Salvatore con notable molestia mientras se arreglaba el saco de su traje por tercera vez.
—Iré para asegurarme de que vayas a la reunión con Ciro, solo estaré en la distancia observando. No te molestaré si es lo que crees —respondió por fin con la misma expresión de antes.
—No soy un niño para que estés al pendiente de mí, Alessandro. Ya te di mi palabra de que iría a la reunión una vez que haya terminado. —Aunque Salvatore aseguraba que iría, muy en el fondo estaba inseguro al no saber qué pasaría una vez que se acercara a Adalyn.
—Solo quiero asegurarme de que irás, además… No me quiero arriesgar, capaz te tardes si llegas a acercarte a esa mujer —El líder de la mafia rodó sus ojos azules con fastidio ante los comentarios de Alessandro, el cual sonrió nuevamente con diversión cuando su mirada identificó a Adalyn en la distancia. —¿No es ella a quien esperas?
Rápidamente el hombre giró su mirada hacia donde su socio estaba mirando. Su corazón se detuvo solo por algunos segundos mientras retenía su respiración. Salvatore siempre la veía hermosa; Adalyn llevaba un vestido floreado corto con unos tacones mientras su cabello estaba recogido en un moño y algunos mechones de su cabello rizado se habían escapado, dándole un aspecto más hermoso todavía. Salvatore sentía que todo a su alrededor se detenía mientras miraba a aquella mujer que le había robado su respiración.
Cuando ella sonreía y sus mejillas regordetas se teñían de un leve rosa era su momento favorito, sentía cómo su corazón se derretía por ella. Y sin darse cuenta, una pequeña sonrisa boba había aparecido en su rostro, la cual desapareció rápidamente cuando sintió un golpe en su hombro provocado por Alessandro, quien soltó una risa mientras negaba con su cabeza al no poder creer que aquel mafioso frío de corazón se encontraba enamorado.
—No me lo puedo creer… ¿Estabas sonriendo? ¿De verdad? ¿No será esto un sueño? —preguntó divertido, soltando una nueva carcajada ante la mirada amenazante de Salvatore.— Oh, vamos… Solo estoy bromeando, no es para que te pongas así… ¿Por qué no mejor vas con ella de una vez? Recuerda que tenemos el tiempo contado, galán.
(…)
Salvatore no comprendía nada de lo que le estaba pasando, sentía que el destino le estaba haciendo una mala jugada o que justo ese día estaba teniendo la peor suerte del mundo. El mafioso no podía evitar sentirse frustrado y más cuando Alessandro se encontraba riendo sobre sus intentos de acercamientos, donde cada uno fallaba.
Un suspiro lleno de frustración salió de sus labios mientras intentaba limpiar sin éxito su traje con una servilleta. Y es que en el momento en que intentó acercarse hacia Adalyn, un niño simplemente se interpuso en su camino, provocando que manchara su traje con su helado. Para su suerte, Adalyn no lo había visto, por lo que pudo alejarse para intentar limpiar un poco su traje, pero la mancha permanecía casi intacta.
—No quiero presionarte, pero te quedan 30 minutos —comentó de la nada Alessandro, ganándose una mirada fulminante de Salvatore.— El destino no te quiere a su lado, es mejor dejarla.
Aunque Alessandro lo había dicho en un tono de broma, Salvatore no se lo había tomado de aquella manera. Si el destino en ese momento no quería que estuviera a su lado, lo forzaría tantas veces como pudiera hasta lograrlo. El mafioso de cabellera oscura se levantó bruscamente de su asiento sin importarle la mancha en su traje. Su mirada estaba fija en Adalyn, quien se encontraba de espaldas mirando la vitrina de un local de antigüedades.
Solo faltaban pocos pasos para acercarse a ella e incluso en su mente se repetía constantemente las palabras que le diría, pero justo cuando estaba cerca alguien se interpuso bruscamente en su camino. Salvatore se sorprendió un poco mientras retrocedía ante la sorpresa y fruncía levemente el ceño. Sin embargo, quien se había interpuesto en su camino había sido Vicky, la amiga de Adalyn. El mafioso no supo qué decir, su mente se quedó en blanco al notar la mirada molesta de aquella mujer y justo cuando Salvatore estaba por decir algo, ella lo interrumpió rápidamente.
—Noté desde hace rato que has querido acercarte a mi amiga, se nota que estás interesado en ella. Sin embargo, ella ya está ocupada —Las palabras tan directas de Vicky lo sorprendieron un poco, sobre todo por la mirada fría que aquella mujer le había lanzado. — Tiene un mejor partido que tú, así que puedes ir a buscarte a otra persona.
(…)
Lo primero que se escuchaba al entrar en aquel casino era la música de fondo junto con las incontables voces que hablaban entre ellas apostando o incentivando a los demás a que siguieran apostando; Salvatore ya estaba acostumbrado a aquel bullicio. Era uno de sus tantos casinos que usaba para el lavado de dinero y Ciro era quien se encargaba de ese casino en particular, era alguien en quien podía confiar, al menos un poco.
Los empleados del lugar se sorprendían de verlo allí e incluso las mujeres le seguían con la mirada con la idea de poder acercarse a él creyendo que podían conquistarlo, pero su corazón ya tenía dueña y era Adalyn; nadie podía quitarla de su mente y corazón. Salvatore era totalmente de ella, aunque la propia pintora no supiera de su existencia. El mafioso italiano entró en una sala privada, allí solo encontró a Ciro esperando con una expresión nerviosa.
—Te has tardado mucho en venir a hablar conmigo, incluso pensaba que Alessandro no te había mencionado nada —respondió el hombre de cabello canoso mientras tomaba un sorbo de su whisky.
—No, simplemente estuve ocupado. No pensaba que fuera un tema un tanto delicado y más si Leonardo está involucrado —Aquello hizo que el lugar se mantuviera en silencio, ninguno de los dos llegó a decir algo durante algunos segundos hasta que Salvatore volvió a hablar.— Entonces… ¿Qué sucede?
—Uno de nuestros informantes vino aquí hace unos días, me dijo que ha estado notando un raro movimiento en las embarcaciones del sur. Me pareció raro porque ese territorio es tuyo, así que mandé a algunos de mis hombres para que me informaran de lo que estaba pasando… Y no te gustará nada lo que pasó —Ciro de manera un tanto nerviosa movía su pie con impaciencia, conocía el temperamento de Salvatore como para saber que se enojaría.
—¿Y eso qué tiene que ver con Leonardo? —preguntó con cierta impaciencia, lo único que le interesaba era saber sobre aquel hombre con quien tuvo muchos problemas. Sin embargo, a Salvatore no le tomó mucho tiempo volver a hablar.— No me digas que ese imbécil ahora tomó esa parte de mi territorio.
—Sí… Por lo que me dijo uno de mis muchachos, según llegaron dos embarcaciones y les hicieron una emboscada, no tuvieron oportunidad de defender el lugar porque llegaron más gente. Sin embargo, están muy seguros de que vieron a Leonardo… Y no andaba solo, parece que trajo nuevamente a sus hijas.
—Tiene que ser una broma… ¿Por qué justo ahora? —murmuró con molestia mientras se levantaba bruscamente de su asiento, comenzando a caminar por la habitación como si fuera un animal enjaulado. Muchas cosas comenzaron a pasar por la mente de Salvatore, su mandíbula estaba tensa y sus puños tan apretados que la sangre poco a poco dejaba de circular.
—Jefe… Todos estos problemas que hemos tenido con Leonardo podrían terminar sin seguir derramando más sangre entre ambos bandos —comenzó a decir con cierto cuidado. Sin embargo, Ciro había empeorado la situación con lo que se le había ocurrido.— La última vez le mencionó que podría casarse con una de sus hijas, ¿por qué no lo hace? He escuchado que son muy hermosas, además podría elegir entre sus dos hijas. Los problemas con Leonardo terminarían y usted…
—¡Cállate ahora mismo! —gritó con tanto enojo que se escuchó en toda la habitación, incluso había golpeado la mesa en la que se encontraba Ciro. —¿De verdad crees que esa es la solución? Preferiría arder en las llamas del infierno antes de tan siquiera pensar en casarme con una de sus inútiles hijas…
—Señor, perdón… No era mi intención ofenderlo, es solo que… Creí que sería una buena… —Ciro no pudo seguir hablando ante el gran portazo que dio Salvatore cuando salió de aquella sala de reuniones. Alessandro que lo estuvo esperando afuera no dijo absolutamente nada, solo lo siguió en silencio hasta que se subieron a la camioneta negra que los estaba esperando.
Salvatore por varios años estuvo esperando encontrar a aquella mujer con la que soñaba constantemente, había pensado qué haría cuando la tuviera a su lado. Y ahora que por fin la había conseguido se sentía decepcionado de que el destino ahora le diera la mala suerte, cada vez que intentaba acercarse a ella había un obstáculo de por medio. Y para rematar, ahora Leonardo había vuelto a su vida en el peor momento, ¿acaso no merecía ser feliz?
—Y… ¿qué te dijo? —preguntó Alessandro a su lado, pero el mafioso no le respondió en el momento.
Por la mente del mafioso italiano cruzó la idea de su último plan para tener a Adalyn a su lado, era algo impulsivo y sabía que traería consecuencias. Sin embargo, no quería esperar más y menos ahora que había visto una fotografía unas horas antes de Adalyn con aquel sujeto que había mandado a investigar, teniendo una cita. Ya de las consecuencias se ocuparía luego, pero ahora solo quería tenerla para él.
—Secuestra lo antes posible a Adalyn Winters. No quiero ningún rasguño en su piel, así que asegúrate de hacer un buen trabajo…