Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa joven pintora observó cómo poco a poco aquel bar se llenaba con los minutos, era el inicio de fin de semana y mucha gente comenzaba a aprovechar de salir a divertirse. Adalyn, aunque muchas veces le gustaba salir acompañada, en esa ocasión no pudo evitar sentirse un poco abrumada ante la cantidad de gente. Sin embargo, permaneció en silencio mientras su amiga Vicky seguía charlando con el grupo de amigos junto con su prometido.
Sus mejillas estaban ligeramente teñidas de un leve rosa ante las bebidas alcohólicas que había estado tomando en el transcurso de la noche. Adalyn solo en pocas ocasiones comentaba algo. Ella más bien era más de escuchar cuando se trataba de grupos grandes, sin embargo, había alguien en el grupo que no paraba de mirar a Adalyn. Y es que Enzo también se encontraba en el grupo, pero cada cierto rato su mirada se desviaba hacia la joven de cabello cobrizo.
—¿Crees que mañana podríamos salir? A solas, sin Vicky —preguntó con una sonrisa de lado, inclinándose hacia Adalyn para que solo ella escuchara. —Quisiera tener una cita contigo, si es que me lo permites… Por favor.
Enzo durante esos dos días que había convivido con Adalyn se dio cuenta de que tenían varias cosas en común. A pesar de que la pintora aún era tímida en ciertas cosas, su personalidad le había resultado dulce y encantadora. Incluso aquel detective quería tener más confianza con ella para poder pasar más tiempo juntos y ver cómo fluían las cosas.
Vicky en varias ocasiones le había mencionado que tenía a la mujer perfecta para él, según ella ambos se llevarían bastante bien, aunque en varias ocasiones le había advertido con no lastimarla y ahora que la conocía en persona lo que menos quería era lastimarla. Enzo había tenido muy pocas relaciones, siempre se le complicaba con su trabajo de investigador y en otras ocasiones nunca había sentido un gran afecto hacia ellas. No sabía la razón de aquello, pero este sentía que con Adalyn las cosas podrían ser diferentes.
En los ojos marrones de Adalyn podía verse cierta duda ante la propuesta del investigador, no podía negar que se había divertido mucho con él durante esos días que estuvieron saliendo con Vicky. Aun así, la pintora tenía inseguridades con respecto a ella misma y aun en su cabeza se repetía que las cosas terminarían entre ellos en poco tiempo. Justo cuando estaba por negarse, Enzo le interrumpió.
—Sé que Vicky no tenía por qué contarme cosas sobre ti, pero me dijo que tuviste malas experiencias saliendo con otras personas o con tus anteriores parejas… Quiero darte la seguridad de que no quisiera dañarte, me llamas mucho la atención, Adalyn. Y quiero ir en serio contigo, solo dame esta oportunidad, por favor —dijo con sinceridad mientras tomaba una de las manos de Adalyn intentando darle aquella confianza.
—Acepto salir contigo mañana —respondió ella por fin, provocándole una enorme sonrisa al investigador. Incluso un leve brillo de emoción apareció en sus ojos al escuchar que Adalyn había aceptado.
(…)
El silencio reinaba en aquella fría noche. Enzo se encontraba acompañando a Adalyn a su casa mientras caminaban por las calles vacías, mientras hablaban y reían de algunas cosas. En muchas ocasiones, aquel investigador se sorprendía ante la cantidad de veces que le robaba alguna mirada a Adalyn, mirarla cómo reía y cómo su rostro era tan expresivo ante las cosas que le contaba le resultaba encantador. Sin embargo, esa agradable caminata dio por terminada en cuanto Adalyn se detuvo al frente de una pequeña casa que había alquilado por esos días que iba a estar de visita.
—Me hubiera encantado seguir hablando contigo —le dijo mientras volteaba a verla con una sonrisa. Adalyn solo soltó una pequeña risa mientras lo miraba.
—Mañana seguiremos hablando más, no te preocupes por eso —comentó con diversión mientras sacaba las llaves de su cartera y al haber agachado su cabeza un mechón de su cabellera rizada se deslizó hacia su rostro. Enzo, sin poder evitarlo, llevó aquel mechón detrás del rostro de Adalyn, provocándole un leve sonrojo en sus mejillas mientras lo miraba en silencio.
—Eres hermosa… Muy hermosa —soltó aquellas palabras mientras su mano se deslizaba hacia la mejilla de ella y la acariciaba con delicadeza. Su mano se retuvo allí acariciando la tersa piel de Adalyn, quien sintió su corazón dar un leve vuelco. —¿Me darías el permiso de besarte?
Aquella pregunta hizo que las mejillas de Adalyn tomaran un color un poco más fuerte, sin poder evitarlo se mordió su labio inferior mientras lo miraba, imaginándose cómo sería aquello. Incluso sintió un leve calor subir a su cuerpo, quizás era el alcohol que no se había ido, pero algo le decía que lo besara, al menos solo por esa noche. Enzo por su cuenta se acercó un poco más hacia ella, mientras que su pulgar se deslizaba un poco más hacia abajo y acariciaba los pequeños labios de Adalyn.
—Sí… Quisiera que me besaras… —susurró, y solo eso bastó para que Enzo se acercara hacia ella uniendo sus labios. Al principio del beso fue lento, ambos estaban disfrutando del momento mientras Adalyn llevaba una de sus manos hacia la nuca del investigador, intensificando el beso.
Aquel simple gesto hizo que Enzo tomara la iniciativa de llevar su otra mano hacia la cintura de Adalyn y la apretara más a su cuerpo. Los besos comenzaron a subir de intensidad y sus cuerpos a subir de temperatura. La pintora mordió levemente el labio del hombre haciendo que este soltara un leve gruñido mientras sentía cómo la lengua de Adalyn comenzaba a jugar con la suya, aquello le sorprendió un poco ante la iniciativa de la mujer, pero no se negó, profundizando aún más el beso.
Esta se separó con su respiración levemente agitada mientras que Enzo tenía sus pupilas dilatadas, aun tenía ganas de seguir besándola. Sus labios estaban rojos por el apasionado beso, el investigador volvió a acariciar los labios de Adalyn aguantándose las ganas de acercarse una vez más.
—Ya debo de entrar… Nos vemos mañana, Enzo… —se despidió con una sonrisa divertida mientras el investigador observaba cómo entraba a su casa. Enzo solo sonrió mientras relamía sus labios deseando volverla a ver al día siguiente.
(…)
Una furgoneta negra se estacionó en un callejón solitario. Alessandro se había encargado de desactivar las cámaras cercanas y eliminar los videos al menos de hacía una semana para no dejar ninguna pista. Con un asentimiento de cabeza hacia sus demás compañeros, estos ya se encontraban listos, bajaron de la furgoneta usando unos balaclavas negros mientras se adentraban por la parte trasera de la aquella casa.
En completo silencio uno de ellos cortó la electricidad para evitar activar las alarmas, mientras que otro forzaba la cerradura con total calma hasta que por fin la abrió. La casa era pequeña y había pocos muebles junto con algunas maletas sin abrir en la sala de estar. Con una sola mirada, aquellos hombres comenzaron a abrir la puerta de la habitación donde se encontraba Adalyn durmiendo.
Aquella mujer dormía profundamente por el alcohol y estaba envuelta entre las sábanas. Uno de ellos sacó una jeringa lista para inyectarla en la pintora y que durante todo el trayecto estuviera inconsciente. Con cuidado le destaparon un poco dejando piel expuesta para inyectar, por lo que rápidamente le inyectaron dejando que el suero se metiera entre su sangre. Sin embargo, Adalyn se había despertado sobresaltada por el dolor en su brazo, por lo que al mirar con horror aquellos hombres que estaban en su habitación, lo primero que había cruzado por su mente fue gritar.
Sin embargo, antes de que Adalyn pudiera tan siquiera gritar, uno de ellos le tapó rápidamente la boca mientras que los otros dos la tomaron con cierta fuerza ante sus forcejeos, dándole al menos a uno de ellos un golpe en su rostro, y escuchó solo un insulto bajo por parte de uno de esos hombres. Adalyn ante el miedo que sentía en ese momento y que en su mente estaba imaginando lo peor, comenzaba a dejar escapar algunas lágrimas mientras sentía cómo sus párpados comenzaban a pesar.
No pasó mucho tiempo en que Adalyn había caído inconsciente, por lo que uno de esos hombres comenzó a llevársela en completo silencio bajo esa noche fría. Los demás se llevaron algunas pertenencias de ella. Alessandro, que estaba esperando en la furgoneta, la encendió al estar listo. Sus ojos solo miraron cómo subían a Adalyn en la parte trasera junto con algunas de sus pertenencias.
A.H: —"Ya capturé a tu conejita, estaremos allá en cuatro horas."
S.D.L: —"No le digas así… Cuando llegues con ella que nadie los vea, no quiero que Marco o Elena se den cuenta de esto. La pondrás en la habitación del segundo piso, la que no tiene ventana."A.H: —"Elena se dará cuenta cuando menos te lo esperes, es mejor que se lo digas."S.D.L: —"Solo haz lo que te digo, yo me encargo del resto."Alessandro por su parte solo soltó un suspiro lleno de cansancio mientras estiraba un poco su cuerpo y comenzaba a arrancar el auto, en el fondo este sentía que llevar aquella mujer a la mansión traería grandes problemas.







