Camino con pasos firmes hacia la salida del salón, o al menos eso intento aparentar. Soy consciente de que algunas miradas me siguen, muchos de los miembros de la familia me sonríen, otros murmuran cosas que no alcanzo a entender y una que otra tría me saluda con dulzura.
Me esfuerzo en ser la Harriet educada, pero por dentro estoy desesperada por salir de aquí.
Los guardas reales, al verme acercarme, no dudan en darme una reverencia y abrirme ambas puertas. Les agradezco con una leve inclinación de cabeza y avanzo sin mirar atrás.
Respiro, o eso intento.
En cuanto escucho que las puertas detrás de mí se cierran, camino más rápido por el corredor sin saber exactamente a dónde me dirijo.
Solo quiero aire. Solo quiero estar lejos de él y sus juegos.
Cuando veo a un guardia real al final del corredor, no dudo en acercarme para preguntarle dónde está la salida más cercana hacia el jardín. Me explica con respeto y, antes de que se ofrezca para acompañarme, ya estoy retomando el paso dándole