Maximilian me mantiene la mirada, eso basta para que el pulso se me dispare. Avanza un paso, yo retrocedo otro. Pero él no se detiene, sigue avanzando y yo sigo retrocediendo hasta que mi espalda impacta con la pared.Me sobresalto, pero cuando veo que se inclina hacia mí, no puedo moverme. Debo levantar la mirada para poder mantenérsela, porque es demasiado alto, porque sus ojos me resultan enigmáticos, porque estoy paralizada y no sé qué hacer. Que se acerque demasiado a mi rostro no me ayuda.—¿Te atreves a mentirme en mi propia cara, Harriet?Su aliento a alcohol y a menta inunda mis fosas nasales. De repente, me siento sofocada porque su cercanía me abruma.—Sí. —lo admito—. Sí te mentí.Nadie me cortará la cabeza por esto, pero no puedo actuar así. Él es el príncipe de esta nación, es mi esposo. Mentirle, es un error garrafal que no me costará la cabeza, pero sí mi libertad.Maximilian, con solo actuar como el general de Saldovia, puede llevarme tras las rejas por mentirle.—Dij
Leer más