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OPUESTOS

OPUESTOSES

Chick Lit
Mary Ere  Completo
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Resumen
Índice

Sinopsis

JuventudbxgOptimistaInteligenteContemporáneoSubtrama románticaFamilia

Emma Marmolejo era la típica buena niña, buena hija, buena estudiante, buena ciudadana, buena hermana, buena en todo; por eso, Fernanda Marmolejo, hermana menor de Emma, decidió ser lo que la otra no era, haciendo sufrir a los que no la querían por no lograr ser tan perfecta como su hermana, y dañando a su nada querida hermana, de paso. Pero las cosas no son como Fernanda las conoce, pues ella ni siquiera se interesa en ver más allá de lo que está frente a su nariz y, puede qué, para cuando se dé cuenta de cuál es la realidad, sea demasiado tarde para tener una vida normal. Emma y Fernanda son OPUESTOS, ¿o no?

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Último capítulo

  • Extra. LA CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTA

    Fernanda miró por la ventana de su alcoba, y sonrió ante la decoración tan elegante y bella en su enorme jardín. Ella tenía más de año y medio contando los días, al fin había alcanzado su meta y lo celebraría desfilando entre tanta elegancia. Estaba nerviosa, demasiado, en realidad, y no se lo explicaba del todo; es decir, Alex y ella tenían casi dos años viviendo juntos en esa tranquila y armoniosa relación que habían logrado crear, estar casados no debía cambiar nada, y aun así su estómago estaba hecho un nudo. El inicio de su vida feliz no habías sido nada complicado y el intermedio fue un caos, pero ahora estaban bien, eran la hermosa familia que desearon siempre ser, aún desde que ambos creían cargar con un amor unilateral. Fernanda respiró profundo, muy profundo, contuvo el aire por medio segundo y entonces lo soltó lento, soplando un poco de su evidente nerviosismo; entonces se miró al espejo y no pudo evitar sonreír ante lo que veía, a ella vestida de novia en el más hermoso

  • Capítulo 26. FELICES PARA SIEMPRE

    FELICES PARA SIEMPRE—¿Siempre qué pensaste? —cuestionó Emma a Fer, que la veía entreverar hilos apoyada con un par de agujas, mientras las agujas entre las torpes manos de la joven futura madre no lograban hacer más que dejar ir esos hilos que debían estar acomodados uno tras otro alrededor de las agujas.—Comprar una cobija —resolvió Fernanda, soltando su intento de tejido—, no sirvo para eso, no tengo ni la paciencia para terminarla ni la confianza de usar algo tan feo en caso de que sí lograra completarla, porque seguro quedaría fea.Emma sonrió. Ella conocía bien a su hija, sabía perfectamente que la paciencia no era la suyo, pero había esperado que, por sus hijos, se esforzara un poco; pero no pasó.—Lo bueno es que sabes usar el dinero —dijo la mujer, dejando su propio tejido para tomar el de Fernanda—, anda, enrolla la madeja mientras desbarato este desastre que hiciste. Haré las dos cobijas yo.» Y —continuó hablando Emma, mientras comenzaba a enredar en la madeja los hilos qu

  • Capítulo 25. TEMEROSO INICIO

    Fernanda abrió los ojos con pesadez, no quería despertar, quería más tiempo en la cama, pero su padre insistía en que debía abrir los ojos, así que lo hizo y lo miró mal por una fracción de segundo antes de poner los entreabiertos ojos en la otra persona en su habitación; entonces los ojos de la chica se abrieron enormes, y sus fosas nasales se contrajeron, dificultándole respirar.Fernanda presionó sus temblorosos labios uno contra otro, y tragó el grueso de saliva que se anudó en su garganta para, de todas formas, no poder decir nada.—Lo lamento —se disculpó Alexander, provocando a la chica llorar.Ella era toda hormonas, de por sí, y ver a ese joven, que no esperaba ver pronto, la descolocó bastante; además, él se estaba disculpando. ¿Por qué lo hacía? ¿Por haberla dejado a su suerte antes o por no querer ser parte de su futuro y del de su hijo?Fernanda negó con la cabeza, no quería saber la respuesta a su última tonta pregunta, solo quería que Alexander se fuera y le devolviera l

  • Capítulo 24. DECISIONES

    —¿Fernando? —preguntó Alana, sorprendida de ver a un hombre que pensó no vería nunca más, luego de que él saliera huyendo del planeta, a causa de la mujer para la que ambos trabajaban.—Hola, Alana —saludó un joven ya no tan joven como la mujer recordaba—. ¿Puedo hablar con tu hijo Alex?Tal petición le desorbitó los ojos a la mujer. Ella ni siquiera pensaba que él recordara a uno que apenas si había conocido cuando bebé.—¿Cómo es que lo conoces? —preguntó Alana, decidida a no dejarse llevar por especulaciones que podrían terminar poniéndola en la respuesta incorrecta.—Bueno, él es… o, más bien, era el novio de mi hija Fer —corrigió el hombre y quien le escuchaba abrió los ojos enormes.—¿Sabes de la niña Fernanda? —preguntó ella, casi en susurro y el hombre asintió sonriendo solo un poco—. ¿Cómo? Pensé que ella era algo de lo que nunca te enterarías.—Bueno —comenzó a hablar el cuestionado—, hemos pasado demasiadas cosas, la mayoría muy desastrosas y, para evitarnos otro puño de cos

  • Capítulo 23. INDECISIONES

    Las manos de Fernanda sudaban frío, y en su estómago estaba esa sensación ya muy conocida, estaba cien por cientos segura de que vomitaría en cuanto su respiración perdiera ese marcado y lento ritmo que había tomado desde que subió al auto de su padre para ir a casa de Alexander.—Toca de una vez —casi ordenó Emma, tras casi un par de minutos en que la chica, frente a la puerta de la casa de su exnovio, no hiciera siquiera por moverse—, me estás matando de los nervios.Fernanda volvió la cabeza y le miró aterrada, como justo en ese momento sentía, y sus labios temblaron mientras sus ojos se aguaban y su estómago empujaba algo por su garganta.—No puedo —balbuceó la chica casi de manera inentendible—, tengo mucho miedo de lo que va a pasar.—¿No que habías visto todos los escenarios? —cuestionó la mayor de las dos, andando hasta la chica para tocar la puerta por ella.—¡No! —pidió Fernanda llorando ya, atrapando el brazo de su hermana para detenerla—, por favor, no.Emma miró a su peque

  • Capítulo 22. IMPOSIBILIDADES

    —Sigue durmiendo —dijo una voz tenue, que Fernanda alcanzó a escuchar entre sueños—, ¿debería levantarla a comer algo?Era la voz de Fernando Báez, la adormilada joven estaba setenta por ciento segura de ello.—No, cuando necesite comer va a despertar. Ahora necesita más descansar —dijo la clara voz de Emma.—Uno no puede descansar cuando cuchichean en su habitación —farfulló Fernanda, abriendo los ojos, con dificultad, para ver los sorprendidos rostros de sus padres—. ¿Necesitan algo?—¿Cómo te sientes? —preguntó Emma, andando hasta ella, pero sin acercarse demasiado—. Pensé que si estabas despierta y habías comido ya, podíamos ir a casa de Alana.—¿Comido? —cuestionó Fernanda, bastante confundida—, ¿qué hora es?—Pasa poco de medio día —respondió Fernando.—¿Y por qué no me despertaste antes? —cuestionó la casi joven, casi molesta.—Yo lo intenté, tú gruñiste y yo me asusté —explicó el hombre y Fernanda abrió la boca haciendo una enorme O mientras entrecerraba los ojos—. Pensé que po

  • Capítulo 21. POSIBILIDADES

    —¿Segura que te vas a la casa conmigo? —preguntó Adrián a Emma luego de que ambos se despidieran de Fernando Báez y Fernanda en la puerta del departamento de ese hombre.—¿Quieres que pase la noche aquí? —cuestionó, más confundida que contrariada, Emma.—¡No! —respondió el hombre, perdiendo, por al menos un par de segundos, esa imperturbabilidad que le caracterizaba—. No toda la noche, pero puedes quedarte más tiempo, o traerla con nosotros si eso te hace sentir tranquila.—Está bien —aseguró Emma, negando con la cabeza como si fuera su subconsciente el que dijera que, en realidad, no estaba nada bien—, yo solo necesito saberla a salvo para estar tranquila. Además, no sé si no te diste cuenta, pero, de los dos, no soy yo su favorita.Las últimas palabras de la mujer se quedaron atrapadas en un nudo que estaba en su garganta, por eso salieron a medias, lo que salió completo fueron sus lágrimas, que no pudo contener ni ocultar de su marido, que solo tomó su mano, de nuevo, asegurándole q

  • Capítulo 20. DESAMOR

    Fernanda recibió, del médico que la revisó, la medicación necesaria luego de considerar su condición, dejándole un poco más tranquila y, al paso de las horas, su dolor de cabeza disminuyó lo suficiente como para permitirle dejar la cama y desplazarse por el lugar sin ser vista por nadie.No le fue difícil, en esa casa no parecía haber mucho personal.—Voy a tomar tu teléfono —susurró la chica luego de ver a su posible aliado entrar a bañarse y adentrarse en la habitación donde antes lo hubiera escuchado.Fernanda ya había revisado toda la casa, y no había encontrado ningún teléfono, así que fue a pedirle a Diego y, justo antes de entrar a la habitación, escuchó el agua de la regadera comenzar a caer.» Sí —celebró la adolescente tras acertar la contraseña.Diego no era tan desconocido para ella; de hecho, si no hubiese hecho tan buenas migas con Alexander, probablemente se hubiera enamorado de él.—¿Quién es? —preguntó Emma, atendiendo a un número desconocido en su teléfono.—Soy Ferna

  • Capítulo 19. AMOR

    Fernanda abrió los ojos sin ser capaz de fijar la vista en nada, el fuerte dolor de cabeza le hizo cerrar los ojos casi de inmediato y llevar su mano a su frente, arrepintiéndose de haberla tocado.—Demonios —musitó y comenzó a llorar, sin saber la razón de ello.Seguro eran sus hormonas, o esa manía de esperar lo peor; aunque también podría ser tremendo golpe en su frente.Pero llorar no era para menos, pues definitivamente no podía esperar nada bueno cuando lo último que recordaba era haber perdido la consciencia justo antes de estrellarse contra el respaldo de un sillón.—¿Está usted bien? —preguntó una mujer, que entraba a la habitación en que Fernanda había despertado.—No —respondió Fernanda, mirando a esa mujer de, posiblemente, un par de años menos que Regina—. Me duele tanto la cabeza que creo que voy a vomitar.—Se ha golpeado fuerte, tiene un chipote en la frente —explicó la mujer y Fernanda apartó la mirada para poder llorar con un poco menos de pena, pues odiaba ser vista

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28 chapters
INTRODUCCIÓN
OPUESTOS/Mary Ere
Fernanda era la segunda de dos hijas, nació justo dieciséis años después que su hermana mayor, ella era un infortunado accidente que llegó a cambiar la vida de todos en la familia a la que ahora, sin haberlo pedido siquiera, pertenecía.Fernanda llegó a arruinar la vida de su familia, lo podía notar sobre todo en la actitud de su madre, quien siempre la juzgaba y solo no le daba una oportunidad; su padre no creía en su existencia, al parecer, pues, a sus ojos, ella era un mueble más en la casa; Él solo no la veía, no le hablaba, no la quería.Pero, muy a pesar de lo que sus dos padres pensaban, Fernanda siempre fue mucho mejor de lo que pudieron llegar a imaginar, aunque nunca quisieron darse cuenta, así que la joven dejó de intentar que la vieran, al menos por las buenas.En su casa, la única que siempre la quiso fue Emma, su hermana, pero Fernanda la odiaba. Aunque al principio no fue así, al principio la quiso demasiado, pues, al principio, no imaginaba que ella era la raíz de todos
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Capítulo 1. REPROCHES
OPUESTOS/Mary Ere
—¿Por qué sigues tratándola así? —preguntó Emma, desesperada—. Madre, ella no se merece que la maltrates de esta forma, es una adolescente, necesita comprensión…—No, Emma. Lo que esa chiquilla necesita en una buena reprimenda. Se la pasa haciendo imprudencias y tonterías —argumentó la mujer.—Ella es una adolescente —repitió la joven, recalcando cada letra para que su querida madre se diera cuenta de que estaba sobreactuando con Fernanda—. No puedes tenerla castigada por siempre.Eso dijo la joven de ahora treinta y tres años, pero la señora Regina no quería entrar en razón, ella solo no tenía la paciencia de lidiar con otra adolescente, no después de tantos años; además, a su ver, Fernanda ya no era tan pequeña como para que siguiera haciendo cada niñería que se le ocurría.» ¿Por qué no puedes quererla? —preguntó Emma y los pasos de Fernanda, que justo en ese momento se dirigían a conocer la razón de tanto escándalo, se detuvieron detrás de la puerta del despacho donde su madre y he
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Capítulo 2. AGRADECIMIENTOS
OPUESTOS/Mary Ere
El auto se detuvo, el hombre en él se quedó helado al golpe. No podía creer lo que acababa de ocurrir. Esa chica había salido de la nada.El hombre de cabello castaño y ojos cafés levantó la mirada para encontrar las palmas de una chica, no mayor a veinte años, fijas en el cofre de su auto.La pelinegra temblaba de pies a cabeza, respiraba pesadamente y sus hermosos ojos marrón solo veían el lugar donde sus manos se habían impactado.Fernanda tampoco se creía lo que había pasado. Al darse cuenta de la proximidad de un auto, que para ella apareció de la nada, usó sus manos para detenerlo, como si eso pudiera ser posible. Pero, supuso que un milagro pasó, pues el auto debajo de sus manos estaba completamente inmóvil.Ella estaba anonadada. Era cierto que, entre todo su dolor, había pensado que tal vez no haber nacido hubiera sido lo mejor, pero no por ello deseaba morir, al menos no justo en ese momento, y mucho menos atropellada.—¿Estás bien? —escuchó la chica cuando comenzó a recobrar
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Capítulo 3. AMIGOS
OPUESTOS/Mary Ere
—Casi morí —informó Fernanda al que, apenas unos minutos atrás, y en contra del desacuerdo de su madre, le había dado el pase a su casa y a su habitación.—¿Qué?, ¿cómo? —preguntó preocupado el chico de cabello rubio cenizo y ojos color miel.—Casi me atropellan —explicó la pelinegra de ojos oscuros—. Salí de la casa llorando, no vi venir el auto.—¡Fernanda! —gritó el joven, molesto por la sonrisita burlona con que la chica había terminado su explicación, y luego suspiró—... eres tan descuidada.» Debes tener cuidado. Ya te dije muchas veces que no atravieses la calle sin mirar el semáforo —reprendió el chico un poco menos serio y la regañada sonrió.—Disculpa que mi vida tenga más problemas que necesidad de respetar las reglas de urbanidad —dramatizó la azabache y ambos se rieron esta vez.—Pero, ¿estás bien? —preguntó el chico cuando la risa se terminó. Ella asintió.—Solo un poco asustada —declaró Fernanda y recibió el abrazo que, ese que era su mejor amigo, le regalaba.—Peleaste
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Capítulo 4. ENEMIGOS
OPUESTOS/Mary Ere
—Señora Emma, la buscan —escuchó por el intercomunicador de su oficina una joven mujer y Emma suspiró, no tenía ánimos de atender a nadie.—Si no se trata de mis hijos o de mi hermana no quiero recibir a nadie —respondió y dejó de presionar el botón que la comunicaba con su secretaria; entonces se recargó en su silla pensando en todo lo que estaba mal en su vida.Emma no podía dejar de reprocharse el ser tan cobarde pues, aunque tenía bien claro que no todo era su culpa, no podía culpar y reprochar a alguien que no estaba.El padre de su hija no estaba, él se había ido dejándola pelear sola una guerra que era de ambos. Aunque tampoco lo culpaba demasiado, su madre era el oponente en dicha guerra, y Regina era un monstruo al que todos temían.Todos menos Fernanda, y por eso le iba como le iba.Sin embargo, sus pensamientos no llegaron lejos, una discusión detrás de su puerta le devolvió a un presente tan malo como el pasado que había intentado revisar.—Le digo que no puede entrar, ella
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Capítulo 5. APATÍA
OPUESTOS/Mary Ere
“Esta será tu oficina, tu secretaría será la señorita Diana y no necesitas más que pedir que te comunique a donde quieras para que ella lo haga realidad; puedes ir a donde quieras, pero te recomiendo que antes de ello concretes una cita y, en cuanto a mi oficina, no te pares por allí jamás.”Esas fueron las últimas palabras que le dedicó Emma a Fernando después de mostrarle la empresa entera.—Así están las cosas, ¿eh? —señaló Fernando recibiendo la completa indiferencia de Emma, y se dejó caer en la silla detrás del escritorio de la que, a partir de ese momento, y por un buen tiempo, sería su oficina.Dieciocho años atrás, Fernando se había ido siguiendo un plan y, aunque sospechaba que podía no resultar tan bien como lo esperaba, no imaginó que convertirse en alguien capaz de enfrentar a Regina y pelear por Emma y su hijo le tomaría tanto tiempo; así como tampoco esperaba que, al regresar, Emma le odiara de tal manera.Pero, siendo sinceros, cuando él se fue esperando que a su regres
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Capítulo 6. PASIÓN
OPUESTOS/Mary Ere
—¿Qué tal la fiesta? —preguntó divertido Alexander a la chica que entraba por su ventana.—Espantosa, por eso me escapé —respondió Fernanda sonriendo, y se sacudió los restos de naturaleza que le hubiera dejado el árbol por el que trepó.Alexander le miró demasiado divertido, incluso se notaba una carcajada atorada en su garganta. Eso le molestó a Fernanda.» ¿Qué es tan divertido? —preguntó ella, casi molesta por sentirse burlada.—Mi madre no está —explicó Alexander no pudiendo contener más la risa—. Pudiste entrar por la puerta.—Me hubieras dicho —reclamó Fernanda con el ceño fruncido.—¿Cómo te decía?—En un mensaje.—Sí, un mensaje diciéndote: “mamá salió, estoy solo en casa”. Eso sería muy comprometedor. Además, no sabía que ibas a venir.—¡Ay, por Dios, Alexander! ¿Cómo que no sabías? Siempre vengo. Sabes que no soporto esas malditas reuniones sin sentido, mucho menos cuando tengo que soportar a esos imbéciles críos acosándome.—Tú eres la única cría allí —recordó el rubio—, el
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Capítulo 7. PROMESAS
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—Eso no fue tan fantástico como lo imaginé… pero fue hermoso —dijo Fernanda para el chico que la mantenía entre sus fuertes brazos.—¡Oye! —se quejó Alexander.—Vamos —pidió sonriendo la joven—, sé que también te imaginabas algo mucho más explosivo y perfecto.—Más explosivo y candente sí —admitió el rubio—, pero más perfecto no. No creo que algo sea más perfecto que entregarte al fin a la persona que amas.Fernanda lo miró con una nostálgica sonrisa. Ella acaba de obtener mucha felicidad, quizá mucha más de la que estaba acostumbrada a recibir, y eso la asustaba, pues eso significaba que, si lo perdía, le dolería el alma como nunca le había dolido nada.Sin quererlo, y sin darse cuenta, dejó escapar unas lágrimas, desahogando un corazón muy oprimido por el miedo, la confusión y por tantas hermosas cosas que recién habían pasado.En serio parecía demasiado peso para la que, de felicidad, nunca había cargado nada.—¿Qué pasó?, ¿te duele algo?, ¿te lastimé? —preguntó algo asustado el chi
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Capítulo 8. AMENAZAS
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—¿Dónde diablos te metiste? —preguntó Regina, con tremendas ganas de matar a la chiquilla que le sonrió burlonamente al entrar a su casa después de la media noche.—Eso no te importa —declaró la chiquilla, cambiando su expresión a una de completo hastío.—Claro que sí. Ya discutimos esto, ¿recuerdas? —preguntó la mayor y la joven rodó los ojos.—¿Cómo olvidarlo, madre? Si esto ocurre cada que cruzo esa puerta —declaró.—Me estoy cansando de esto, Fernanda —anunció molesta Regina—, me estoy cansando de tus caprichos y de tu m*****a actitud, me estoy cansando de como respondes, mocosa. Estás tocando el límite, y no va a gustarte llegar hasta allá.—¿Aun estoy dentro del límite? —cuestionó Fernanda, volviendo a ese tono burlón que Regina detestaba, como todo en esa cría—. No imaginé que tenías tanta paciencia.Fernanda le sonrió con cinismo e intentó irse, pero Regina la tomó de un brazo y, presionándolo tan fuerte que hizo que el ceño de la chica se frunciera, le hizo una advertencia.—N
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Capítulo 9. ABANDONO
OPUESTOS/Mary Ere
—¿De qué diablos estás hablando? ¿Regina te amenazó? ¿Dime qué te dijo esa bruja? —preguntó muy contrariada Fernanda al chico rubio que acaba de terminar con ella.—Yo no he hablado con Regina —aseguró Alexander, fingiendo indiferencia, y Fernanda no supo qué más pensar.—Entonces no entiendo esto —declaró la chica—… Dime a qué estás jugando, por favor, Alexander.—No estoy jugando a nada —aseguró el cuestionado—, lo revaloré y no vale la pena, Fernanda.—¿Qué es lo que no vale la pena? —preguntó la adolescente tan contrariada que no sabía si llorar por la situación o reírse de ella— ¿Nosotros? ¿Nuestro amor?—Arriesgarnos a Regina —respondió Alexander—. Cuando Regina se entere de esto, ¿quién crees que pagará el pato? Estoy seguro de que no serás tú, y yo no arriesgaré a mi madre, ni mi futuro.—¿Tu futuro? —cuestionó Fernanda mucho más que confundida—. Creía que era nuestro futuro.—Ay, por favor, Fernanda. No hay tal cosa como “nuestro futuro”. Tu vida está decidida por ella y mi vi
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