La cena comenzó con un clima de expectativa y magia. A la hora acordada, el chofer de la mansión llegó a buscar a Malú. Mientras el coche avanzaba por las iluminadas calles de Goiás, su corazón se aceleraba, ansioso por descubrir lo que Ravi había planeado.
Al llegar al destino, Malú vio a Ravi parado en la entrada del restaurante, visiblemente ansioso. Estaba impecable con un traje oscuro, con aquella sonrisa que la había conquistado desde el primer encuentro —incluso cuando ella temía al mundo entero. Malú recordaba cómo esa sonrisa equilibraba sensualidad y dulzura, transmitiéndole una increíble y cálida sensación de refugio y seguridad. Ahora, al acercarse a él, comprendía plenamente por qué se había rendido: allí estaba su paz.
En ese momento, su sonrisa desbordaba admiración al verla descender del coche. Ravi se acercó inmediatamente, tomando su mano con firmeza y cariño:
— No tengo palabras para describir tu belleza esta noche, princesa.
Ella se sonrojó, ajustando la tira del v