Trece días se arrastraron en un silencio pesado.
Malú estaba destrozada por el dolor, sin valor para buscar a Ravi. Él, sumido en la culpa, se mantenía a distancia. Su plan con Gabriel debía prevalecer — era la única forma de protegerla, incluso si eso significaba hundir su propio corazón en hielo.
La felicidad de ambos dependía de su frialdad.
Dos días después, Viktor recibió la noticia que esperaba: Ravi estaría en una fiesta VIP en Gramado, en Rio Grande do Sul. La oportunidad perfecta para capturarlo. Tras la prohibición de Mikhail Kuznetsov de atacar la Hacienda de los Castellani, Viktor sabía que debía actuar en las sombras — sin dejar rastros de la mafia rusa.
Pero la mañana trajo consigo una tormenta de caos. Una llamada hizo que Viktor estallara en furia, su ira resonando como un trueno entre los hombres.
Sentado en su silla de cuero negro, apretaba el celular con fuerza suficiente para agrietar la pantalla. Sus ojos, antes calculadores, se incendiaron.
— ¿¡Qué?! — rugió, lev