El viento cortante del invierno gaucho azotó el rostro de Ravi en cuanto salió del auto. Metió las manos en los bolsillos del abrigo, los labios temblando bajo el frío que parecía traspasar hasta los huesos. Frente a él, el Hotel Wish Serrano se imponía como una fortaleza de vidrio y luz, sus líneas modernas contrastando con el cielo gris y pesado de Gramado.
En el lobby, el calor de la calefacción central lo envolvió como un abrazo, mientras sus ojos recorrían el ambiente: candelabros de cristal brillaban sobre el mármol pulido, flores exóticas desprendían un perfume dulce y la música clásica resonaba suave, casi hipnótica. Ravi caminó hacia la recepción, cada paso resonando en medio del elegante silencio.
— Bienvenido, señor Castellani —saludó el recepcionista con una sonrisa ensayada.
Ravi asintió, entregando la tarjeta de crédito sin perder la mirada vigilante. La llave de la habitación 1005 brilló en su mano, fría y metálica.
El ascensor se deslizó silenciosamente hasta el décimo