— Tengo miedo. — era la voz de una joven.
— Deberías tranquilizarte, no tienes nada de qué preocuparte. Este lugar es seguro. — le recordó su acompañante.
— Es que nunca salí a estas horas…— intentó explicar su nerviosismo.
— Lo sé, pero no temas, estoy contigo. —la tranquilizó.
De repente, un trueno hizo estremecer a las almas del instituto y me despertó de un sobresalto. Mi corazón latía exasperado, mientras mi mente intentaba reubicarme a nivel existencial.
Me levanté de la cama, no sabía dónde me encontraba. No podía recordar dónde me hallaba, ni hablar de saber dónde estaba el interr