Dos aventureras se embarcan a la vida universitaria pero en el camino se toparán con una realidad que no conocían. Pronto descubrirán el secreto que se escondía más allá de los confines de su añorado hogar. Embárcate junto a ellas y descúbrelo en esta intrigante historia de aventura. *** Si te gusta, por favor, házmelo saber en los comentarios. Eso es como una cosquilla al alma, que me entusiasma al momento de compartirles alguna de mis historias. Nos leemos :')
Leer másUna brisa carismática se escabulló por la ventana y refrescó mis mejillas, logrando con ello un efecto renovador para mi rostro.
Había sido un largo viaje y más aún si le sumábamos los nervios de no conocer con certeza nuestro destino y de haber abandonado todo lo que conocíamos (desde nuestro hogar, amigos y aquella e inigualable sensación de saber con certeza lo que sucedía o lo que pudiera llegar a suceder).
Toda aquella seguridad a cambio de cumplir el sueño universitario. Era ambicioso por parte nuestra. Es decir, nuestros amigos nunca se atrevieron ni siquiera a pensarlo. No era muy común que al terminar la secundaria se pensara en la universidad. No al menos en un pueblo donde el simple hecho de graduarte del secundario era un pasaporte directo para conseguir un trabajo rentable.
Sin embargo, mi hermana y yo sabíamos que debíamos ir por más. Era una de esas cosas que uno simplemente lo siente así, y sólo sabes que debes intentarlo. Era nuestro desafío y lo habíamos aceptado desde hacía un buen rato.
Fue por ello que no dudamos en hacer nuestras maletas tan pronto como llegó la hora de partir. Ansiosas por haber aceptado el reto, nos paramos en la línea que marcaba los límites de nuestro bello pueblo con el resto del mundo. Contemplamos el desafío. Sería una gran montaña a escalar. Pero nos habíamos preparado toda la vida para esto. Fue puro instinto lo que nos impulsó a dar el primer paso. El resto, fue por pura decisión.
Fue a través de las mismas ventanillas que vimos cómo nos alejábamos de nuestro hogar y de todo lo que conocíamos. Para acercarnos a aquella ciudad que sería nuestro nuevo hogar.
Habíamos visto algunas revistas con fotografías de ésa ciudad y tan pronto las contemplamos, nos fascinó con su estilo gótico totalmente novedoso para nosotras. Claro que nos sorprendió de que no exagerara en nada el artículo cuando decía que “Desde la entrada, junto con las enormes gárgolas cumpliendo su deber de guardianes, hasta las profundidades de las calles de la ciudad, podrás encontrarte con detalles enigmáticos en cada rincón, edificación, así como en cada recoveco encontrarás un enigma deseoso por ser resuelto.”
Pese a que circulábamos en un colectivo, pudimos contemplar algunos de los tantos detalles que las gárgolas presentaban. Eran dos dragones imponentes, cuyas alas terminaban por unirse, actuando a modo de portal para entrar a la ciudad. Por debajo de aquel par de bestias aladas, fue como terminamos por entrar a la ciudad más detallista del mundo: Cielo Azul.
El chofer nos advirtió que haría su última parada, por lo que terminamos despidiéndonos de él, era una buena persona. Fue muy agradable con nosotras, aunque por algún motivo, lucía algo inquieto, como si su reloj estuviese ahorcándolo con la hora. No nos llamó la atención, seguramente tendría otros recorridos que hacer y a los que llegar a tiempo.
Bajamos de un salto el último peldaño de las escaleras del colectivo. La brisa húmeda hizo garabatos con nuestros cabellos. Podíamos sentir que la adrenalina comenzaba a fluir por nuestras venas. Pisábamos nuestro campo de batalla, a partir de ahora, nada podía hacer que nos retractáramos de nuestra decisión. Olíamos el desafío. La ciudad se preparaba para nuestra llegada y nosotros también lo habíamos hecho.
— Próximo destino…
— La universidad.
Concluimos saboreando cada palabra de nuestro nuevo reto.
Comenzamos a caminar por las veredas de la que ahora sería nuestra ciudad. Procuramos recordar los nombres de las calles, pero fue una tarea bastante difícil, ya que eran nombres tan antiguos y confusos, que incluso no estábamos seguras de que se trataran de algún prócer del que estuviéramos al tanto. Pero… ¿Quiénes éramos para juzgar? Así que seguimos caminando, intentando por todos los medios leer el mapa que mi hermana luchaba por descifrar. Nos fue guiando pero era arduo distinguir entre si nos estaba guiando o si sólo estaba dispuesto a hacernos dar más vueltas solo para hacernos perder.
Terminamos llegando a la plaza principal, que según el mapa, era el complejo a donde queríamos llegar.
Decidimos que lo mejor sería averiguar por otros medios qué dirección tomar para llegar a la universidad, pues allí nos asignarían una habitación en el complejo universitario, así como también las tareas adicionales que deberíamos cumplir para costear los gastos y los víveres, así como los libros que deberíamos comprar, incluyendo a su vez, algunas prendas nuevas para nuestro guardarropa; ya que veníamos de un pueblo demasiado frío y el clima de Cielo Azul era más bien cálido, por lo que no veníamos bien preparadas para eso.
Mi hermana fue quien se encargó de pedir indicaciones, por lo que terminó por entrar a una confitería para averiguar cómo llegar al lugar en cuestión.
Dejé nuestras maletas apoyadas en el suelo. Teníamos una carga bastante ligera. Cada una llevaba una mochila de tela y su propia maleta. Y aunque fuese una locura, eso era todo lo que teníamos. Éramos un par de forasteras enfrentándose al resto del mundo.
Aquella última frase me robó una sonrisa. Era gracioso pensar de ése modo. Siempre hablábamos así cuando pensábamos en grande. Después de todo, una vez pensamos de ése modo chistoso acerca de éste momento, nuestro primer encuentro con la ciudad, y fue siempre ése mismo pensamiento el que terminó impulsándonos para que hoy estuviéramos allí.
Eché un vistazo a la plaza y al resto del epicentro de la ciudad. Era llamativo ver que el movimiento fuera prácticamente nulo. De hecho, no había personas por ninguna parte. Traté de verificar si no había alguna clase de corte de tránsito o algo por el estilo, pero todo parecía estar bien. No había manifestaciones ni nada que se le pareciera como para cortar la circulación vehicular.
Entonces, un potente y alarmador sonido hizo que todo mi ser se estremeciera por completo.
La primera en marcharse fue Guille, quien seis y media ya la estaban esperando en un auto muy lujoso afuera del instituto. La despedí en la entrada y me quedé mirando cómo se alejaba velozmente sin siquiera hacer un mínimo sonido.Fui a la cocina para preparar el desayuno, pero para mi suerte me encontré en la cocina con Mark, con quien me quedé conversando mientras él trabaja muy concentrado.— Me he demorado pero al fin está listo, señorita. — dijo cortésmente.— ¿Eh? — le pregunté al no entender a qué se refería.— Su desayuno está listo para ser servido. — anunció satisfecho.Mis ojos se abrieron de par en par y no pude evitar dejar escapar una expresión de alegría al ver su regalo. Pensaba que estaba preparándose algún sanguche o algo por el estilo. Sin embargo, se había tomado la molestia de prepararnos a todos un desayuno por demás completo. Jugo de naranja recién exprimido, tostadas, café, medialunas y un pastel delicadamente cortado en varias rebanadas.Mis ojos brillaban de
Me desesperé de tal forma que el corazón parecía a punto de estallar.—¿Qué haces por aquí? — susurró Esteban en mi oído, convirtiendo en segundos una sensación horrible de pánico a unas tremendas ganas de matarlo.—¡Esteban! — exclamé furiosa — ¡¿Por qué me asustas?!—Lo siento, pero no podía perder la oportunidad de disfrutar de esa broma. — rio graciosamente durante un largo rato.Cuando recuperó la lucidez, me contó que se encontró con Guillermina y como no funcionaba el teléfono del pasillo, le ofreció que utilizara el de la oficina de Doris. Se habían quedado hablando un rato y fue por eso que se tardó en regresar. Pensar que me preocupé de gusto.Pront
El silencio era corrosivo, me estaba carcomiendo el alma con tanto suspenso.Las imágenes de aquel vampiro ardiendo no me dejaban en paz y para colmo de males debía sumarle el hecho de que estaban los tres con miradas prácticamente inquisidoras, lo que no hacía más que cuestionarme qué es lo que me harían.¿Aplicarían la ley del “Ojo por ojo, diente por diente”? no dejaría que vencieran tan fácilmente. Se las haría difícil, era lo único de lo que estaba segura.Menos aún con las chicas en mi habitación, no dejaría que corrieran ningún peligro. Jamás podría perdonarme dejarlas a su suerte con esta clase de bestias, yo jamás…— No puedes tener aquí a ese perro— sentenció Fabián, interrumpiendo abruptamente el hilo de mis pensamientos —. Te diré tres razones: una, Charlotte es alérgica al pelo de esos animales. Dos: está estrictamente prohibido traer mascotas al Instituto. Por último, y aquí es donde coincidimos todos, es que los quejidos que libera ese animal nos resulta totalmente inso
— Quería disculparme por molestarte durante la cena la otra noche. Además, quería agradecerte por quedarte en la clase de deportes para ser mi compañera.— No tienes de qué preocuparte— le dije y con esa simple frase logré que finalmente me mirara a los ojos. —. La verdad es que soy yo la que se tiene que disculpar. Me comporté como una niña caprichosa durante la cena. No es propio de mí tratar así a los demás, lamento si te hice sentir mal.— Sol… yo… gracias.— Este mundo es nuevo para mí, Guille. Vas a tener que armarte de paciencia conmigo. — acoté divertida por la expresión.Guille asintió con la cabeza con los ojos brillantes, como quien acepta la misión.— Tendrás que ponerte el pijama si no quieres enojar a Ely. — le recordé indicándole las prendas que llevaba colgando en sus manos.— No sé si quedarme… — me confesó su duda.— Quédate un par de horas y luego puedes irte tranquila. Total hay tiempo hasta las siete de la mañana. Cuanto mucho te quedas en el Instituto conmigo. Vo
— ¡Sooooool! ¡¡¡Al fin llegaste!!! — celebraron al unísono dejándome helada.Ambas se me abalanzaron tirándome al suelo, ahora la que lucía en estado de shock era yo misma.— ¿Qué están haciendo acá? — les pregunté prácticamente a los gritos una vez que me recuperé del susto que me habían dado.— ¿No te acuerdas? ¡Te dijimos que haríamos una pijamada! — me reprochó Ada, ahora peinándose su cabellos muy delicadamente con la ayuda de un cepillo muy fino.— ¿Pero acá? — pregunté confundida, aunque en realidad no entendía nada de lo que me decían.— Te pregunté hoy durante el desayuno, si querías que lo organizáramos en tu pieza, porque como es más grande que las nuestras y además tiene dos camas. — me explicó Ely mientras se reía por mi expresión. —. Sabía que no me estabas escuchando— rio nuevamente—. Pero cuando te lo iba a recordar hoy en la cena, no llegaste y no tuvimos más remedio que empezar sin ti. — dijo a la vez que me hacía entrega de un brownie con dulce de leche para así com
Cuando mastiqué el último bocado, la emoción se apoderó de mi único espectador y no le importó en lo absoluto demostrar la felicidad que sentía. Por mi parte no lograba entender el motivo de tanta fiesta, pero no podía negarle lo exquisita que estaba la tarta.— Gracias por la cena, estuvo deliciosa. — le agradecí y como si se tratase de la mejor crítica que hubiera recibido en su existencia, sonrió de oreja a oreja.Por un instante vi un encanto del que nunca antes me había percatado. Eran extremadamente bellos. Tanta belleza debería ser castigada, porque era indiscutible el poder que adquirían los de su especie gracias a ése don. Podían hacer lo que quisieran que con una sonrisa podrían arreglarlo todo, fuese la atrocidad que fuese, sería olvidado al instante.Sin embargo, en ese preciso momento se detuvo esa línea de pensamiento y volví a mi mundo de oscuridad. Al parecer, no pasó desapercibido mi cambio de actitud.— ¿Qué sucede? ¿No te sientes bien? — quiso saber al ver mi rostro
Último capítulo