Mundo ficciónIniciar sesiónRachel es secuestrada por el duque Alexander, quien la lleva al castillo de Blackmore tras descubrir que es su Mate, destinada por la diosa Selene. En cautiverio, Rachel intenta escapar sin éxito mientras Alexander busca explicarle su conexión. Evelyn, hija de un alfa, le hace la vida imposible, complicando la situación. Lucas, el novio de Rachel, la rescata del castillo, pero su relación se deteriora por su enojo y celos. Confusa, Rachel huye nuevamente, y Alexander la sigue, decidido a protegerla. Traiciones, mentiras e intrigas pondrán a prueba la lealtad y coraje de cada uno de ellos. Al final, Rachel debe decidir entre su vida anterior y su vínculo con Alexander. La situación se agrava cuando Lucas regresa al castillo en un último intento por recuperarla, cambiando sus vidas para siempre cuando se enteran de su naturaleza de cazador.
Leer másEthan Maxwell, su novio de hacía ya tres años, no hacía más que pedirle que se alejara de aquel lugar, que olvidara su pasado, para él resultaba simple la idea de hacer borrón y cuenta nueva, y que su vida comenzara a contar desde que había alcanzado su mayoria de edad y, en consecuencia había tenido que marcharse del orfanato y encontrar un lugar para vivir y un trabajo para sortenerse. Para su fortuna, había contado con Melly, quién era una compañera de orfanato, un año mayor que ella y al plantearle su situación, no había dudado en aceptarla en su pequeño departamento, era un lugar pequeño pero cómodo, lo suficiente para ambas. Melly, tambien la recomendó en la cafeteria dónde ella trabajaba, así que pronto se encontró disfrutando de una nueva vida, fuera del orfanato, el único lugar que había conocido como hogar.
Fue en aquella cafetería que conoció a Ethan Maxwell, su porte rudo y masculino la impresionó, su cuerpo atlético y bien trabajado, además de su excelente estatura le daban la apariencia perfecta para ser intimidante, él cursaba el último año de la universidad, se dedicaba al rugby, y pronto se graduaría para ingresar a los negocios familiares, los Maxwell, eran una importante familia que se mezclaba con lo mejor de lo mejor de la ciudad, fue por ello que no comprendió como Ethan, se había fijado en ella, no se menospreciaba, se consideraba bastante bonita, pero no al punto de enloquecer de amor y pasión a un jóven de mundo como él.
Ethan, comenzó a frecuentar la cefetería durante sus turnos, sus hermosos ojos verdes llenos de brillo, estaban siempre fijos en ella y no tardó en invitarla a salir, Gianna al inició se sintió cohibida e insegura, pero terminó aceptando, poco tiempo transcurrió, antes de que ambos terminaran muy enamorados. Un año y medio más tarde, Gianna se había mudado a un espacioso apartamento para iniciar su vida junto a Ethan, si había algo que la desilucionaba o, llegaba a opacar su mundo de felicidad, era que los padre de él, no la miraban con buenos ojos, para ellos solo era la diversión de momento de su hijo, la chica con la que se divertía mientras ellos encontraban a la mujer adecuada para él, por eso miraban con malos ojos aquella relación, Gianna no era más que una huerfana, sin familia, ni dinero, ni nada que aportar a la familia Maxwell...
—No debes preocuparte, mi amor— le había dicho— terminarán aceptándote tarde o temprano, cuándo se den cuenta de lo mucho que te amo.Aquello la había llevado a suspirar con pesar, ella quería ser parte de una familia, ser recibida con amor, poder formar ese núcleo familiar del cual había carecido, aún así, mantuvo las esperanzas de que sus futuros suegros le aceptaran, esperanzas que se vinieron abajo cuando hacía unos nueve meses atrás,la madre de Ethan, se había presentado en el departamento que ellos compartían y tal como pasaría en una telenovela, le había arrojado a los pies, un cheque con una cuantiosa suma como pago para que se alejara de Ethan.—Está muy equivocada, señora—le había dicho— mi amor por Ethan, no tiene precio, así que— recogió el cheque y se lo tendió— tome su dinero y salga de mi casa que mi dignidad no está en venta. Si usted no me quiere, lo acepto, pero no pretenda mancillar el amor que siento por su hijo.—La equivocada eres tú— la miró condesprecio— éste pasatiempo de Ethan ya lleva mucho, debe acabar ahora.—Quizás se deba precisamente, a que no es un pasatiempo, nos amamos, señora.—Olvídate de mi hijo, por tu propio bien, de lo contrario serás infeliz— le advirtió— ya hemos encontrado a la candidata perfecta para ser la esposa de Ethan, tu no tienes nada que aportar a la familia, eres una pobre jovencita que no podee nada en la vida— Gianna le miró enojada— mi hijo es el único heredero de los Maxwell— la miró con desprecio— y no permitiré que nuestro dinero termine en tus manos.—A mi me tiene muy sin cuidado su dinero, le pido amablemente que por favor se retire de mi casa— estaba muy enojada, más de lo que hubiese querido demostrarle— Márchese, ahora mismo.—Entiendo que no comprendas la importancia de nuestro linaje y apellido, a fin de cuentas, careces de ellos— aquellas palabras la llevaron a mirarle como si le hubiese lastimado— mi hijo jamás podrá llegar a algo serio contigo— le tiró nuevamente el cheque— consérvalo, te hará falta— y dicho aquello se había marchado, dejándola entristecida y humillada. Aquello había generado una fuerte discusion entre Ethan y sus padres, discusión de la cual, la madre la responsabilizaba, luego de aquello, todo se había calmado, Ethan se mostraba afectuoso igual que siempre y le aseguraba que no tenía motivos para preocuparse y así transcurrieron los meses.En los últimos días, Ethan parecía misterioso, hablaba mucho de bodas, o de futuros hijos y Gianna terminaba siempre sonriendo, comenzaba a sospechar que Ethan la estaba preparando para una propuesta matrimonial y aquello la enternecía, era obvio que se casaría con él, aún en contra de la opinión de sus futuros suegros, tal y como había dicho Ethan, tarde o temprano, terminarían aceptándola. —¿Te vas tan pronto, Gianna?— le preguntó dulcemente una de las niñas— dijiste que estabas libre en la cafetería— la miró triste.—Lo dije, cariño, y es la verdad— acarició dulcemente el oscuro cabello de la infante— pero ésta tarde iré a servir en un evento con Melly, ya sabes, gente rica que hace sus celebraciones, pero te prometo— le regaló una enorme sonrisa— que volveré muy pronto, quizás mañana o pasado, y traeré una merienda deliciosa.Ahora, debo marcharme.—¿Vendrás con Ethan?—No Lucy, Ethan se ha ido de viaje con su padre— sonrió— debía atender asuntos fuera del país, pero volverá pronto y te prometo que vendremos juntos, ahora me marcho o Melly me matará por llegar tarde...Se marchó apresuradamente a casa para tomar una rápida ducha y colocarse el uniforme que debería llevar al evento, ofrecían un buen pago y estaban en busca de muchas chicas, así que Melly no tardó en proponerle trabajar juntas aquel día, a lo que ella había aceptado, siempre era bueno tener ingresos extras. Recogió su rubio y largo cabello en una coleta alta, en la cual colocó una cinta azul marino, para combinarlo con su uniforme, poco maquillaje para resaltar sus lindos ojos azules y un brillo labial, tomó su bolso y salió en busca de un taxi, rogándo por evitar el trafico vespertino y que pudiese llegar pronto. No corrió con tanta suerte y para su desgracia, llegó unos veinte minutos tarde entró apresuradamente por la puerte trasera, con la intensión de integrarse rapidamente...—Llegas tarde— le dijo tajantemente la mujer encargada.—Lo siento, lo siento, el tráfico estaba terrible, lo lamento mucho pero ya estoy aquí...—Apresurate que las mesas no se servirán solas— la miró mal— los novios, la familia y los invitado ya están aquí. —Voy...—Allí— señaló un casillero— guarda tus pertenecias y dirigete de inmediato a la barra—y así se marchó, Gianna, rápidamente escogió una casilla, introdujo sus pertenencias y tomando la pequeña llave, cerró, arrojándo la llave al bolsillo superior de su camisa, debía tener cuidado de no perderla, estirando su uniforme se dirigia a salir a salón de fiestas, cuando su amiga Melly entró;—Gianna...—He legado tarde—dijo en un susurro— hablaremos luego.—Debes irte, cariño— le dijo mirándola con preocupación, fue entonces que Gianna, se percató de que su amiga estaba muy pálida, parecía agitada, y sus ojos enormes llenos de lágrimas.—¿De qué hablas, Melly?, ¿Está todo bien?, amiga lo hablamos luego, ¿Si?, la encargada ya está lo bastante enojada.—No, Gianna— la tomó del brazo impidiéndole seguir su camino— debes irte ahora, no puedes entrar allí.—No digas tonterías Melly, vine a trabajar y...—Es una boda...— dijo su amiga casi en un susuró. Gianna, la miró frunciendo el ceño.—De acuerdo, no hay problema, las bodas son hermosas y me encantan— sonrió.—No ésta, Gianna, el novio es... Ethan— Gianna, sintió que dejaba de respirar por un momento, su corazón se detuvo por un instante, antes de comenzar a golpear con fuerza.—¿De qué hablas, Melly?, es una muy mala broma.—Desearía que lo fuese, Gia— le tomó ambas manos— él está allá afuera, vestido de... novio, toda su familia está alla afuera en la celebración, se ha casado Gianna, Ethan se ha casado...—Eso... eso no puede...ser cierto. Ethan está de viaje, Melly...— contuvo un sollozo de dolor.—Gianna, no jugaría con algo así— la miró con dolor— debes irte ahora mismo, de hecho, no puedo servir aquí, deberíamos irnos juntas y...—Debo verlo— dijo con el corazón golpeando a millón contra su pecho, y sus ojos llenos de lágrimas— debo verlo con mis propios ojos, Melly.—No te hagas ésto, Gia... lo mejor será que...— quiso impedirselo y ahorrarle el dolor de ver al amor de su vida celebrando su unión matrimonial con otra.—Debo verlo, Melly— tiró con fuerza de su brazo.—De acuerdo...—con sus pulzaciones aceleradas, comenzó a caminar a la salida del lugar, que la dirigiría al salón de festejo, luchaba por contener las lágrimas y que su labio inferior no temblara.¿Era Ethan?¿Realmente podía ser él?, ¿Era posible que él se atreviera a lastimarla de aquella manera?¿Se había atrevido a casarse sin decirle nada?, ¿Sin siquiera romper primero con ella?¿La había traicionado?¿Era Ethan... su Ethan, su amor?No, no podría creerlo, no al menos que lo viera con sus propios ojos...El lugar estaba elegantemente decorado, lleno de persona sigualmente elegantemente vestidos, escuchaba la música muy lejana, veía rostros, sin siquiera fijarse en detalles, la pista de baile estaba siendo inaugurada por los recien casados, Gianna se fijó en ellos... La mujer... la conocía, claro que la conocía, era la elegida de Ronald y Helen Maxwell... el novio... allí estaba Ethan, con esa mujer entre sus brazos, bailando un delicado vals, sonriendo a todos, mientras fotógrafos, inmortalizaban el momento...—Gia...— la voz de Melly estaba cargada de preocupación, pero la escuchaba lejana, ajena...—Gia, salgamos de aquí...—Gianna, se llevó una mano al pecho, no podía respirar, lo hacia con mucha dificultad, necesitaba oxígeno...—Yo...yo...— caminó rápidamente, alejándose del salón y volviendo al lugar de los casilleros, las lágrimas bajando desesperadas por sus mejillas—Gia, espérame...—Necesito...estar sola...—abrió el casillero, y sacó sus pertenencias tomándo el bolso, se giró hacia su amiga.—Voy contigo, Gianna...—ella solo negó, antes de marcharse intentando guardar la compostura, en cuanto salió a la calle, miró a todos lados.No, Dios mío...Esto no puede estar pasandome.. no a mi, por favor...Mientras caminaba, estaba ahogada en llanto, los sollozos comenzaron a brotar de su garganta, no podía creerlo, Ethan la había engañado, hacía un año y medio que vivían juntos y... ¿Cuándo pensaba decirle que se casaría con otra?...como autómata caminó sollozando, algunas personas le miraban con preocupación, otros con confusión, se echó a correr, no sabía a dónde se dirigía, pero sus tacones resonaban sobre la ascera de la calle, mientras ella intentaba huir de su cruel destino...Más tarde ese día, en la plaza central de la manada, Alexander reunió a todos los betas y lobos de confianza. Frente a ellos, Gamaliel y Thomas estaban arrodillados, con las manos atadas a la espalda.El aire estaba cargado de expectación; todos sabían que el momento de justicia había llegado.Alexander se colocó frente a ellos, con la mirada gélida.—Estos dos lobos —comenzó, su voz resonando entre los presentes—, han intentado destruir la manada desde dentro. Han conspirado, manipulado y engañado a sus propios hermanos por pura ambición.Gamaliel levantó la cabeza, su semblante endurecido.—Hice lo que creía correcto para la manada —gruñó—. Alexander, no puedes negar que tus decisiones han sido erráticas. Has mostrado debilidad. Alguien tenía que hacer algo.— ¿Debilidad? —respondió Alexander con frialdad—. Lo único que has mostrado es tu sed de poder. Has puesto en riesgo la vida de todos por tu propio beneficio.— ¡Nos estás llevando a la ruina! —espetó Thomas, intentando liberars
Rachel bajó la vista, reflexionando sobre sus palabras. Sentía la gravedad del momento, el peso de la responsabilidad que ambos compartían. Después de todo, su liderazgo no solo dependía de la fuerza de Alexander, sino también de la confianza de la manada. Y esa confianza, ya debilitada, pendía de un hilo.— Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó finalmente.Alexander miró las llamas del fuego que ardía en la chimenea, su mirada fija como si estuviera viendo mucho más allá de las llamas.— Voy a enfrentarlos, pero en el momento adecuado. Cuando toda la manada esté presente, cuando no puedan ocultar su traición —dijo decidido, con una determinación férrea en su mirada—. Y lo haré de una manera en la que no quede duda alguna sobre su culpabilidad.Rachel se acercó, apoyando su mano en su hombro, buscando darle fuerzas.— Confío en ti, Alexander. Sabes lo que haces —mordió su labio con aprensión—. Solo... ten cuidado.**A la mañana siguiente, mientras el sol se levantaba sobre los den
Alexander se quedó en la oscuridad, con sus ojos clavados en la figura de Gamaliel mientras las palabras resonaban en su mente. La traición era evidente, pero lo que más le dolía era la habilidad con la que habían tejido la red a su alrededor. Su instinto le decía que no podía confrontarlos todavía, al menos no de forma abierta. Necesitaba un plan, uno que no sólo expusiera a Gamaliel y Thomas, sino que también restaurara la confianza de la manada en él.Retrocedió en silencio por el pasillo que daba a las cabañas principales, sintiendo el peso de cada paso. Al llegar a la puerta de su cabaña, la abrió con cuidado. Rachel lo esperaba, sentada cerca del fuego, con las piernas cruzadas y una expresión pensativa en su rostro. Estaba agotada después de la batalla, pero la duda seguía latiendo en su mente.— ¿Está todo bien? —preguntó, alzando la mirada cuando lo vio entrar.Alexander cerró la puerta tras él y dejó escapar un suspiro. Su mirada se suavizó al ver a Rachel, pero no podía o
El viento frío de la madrugada soplaba entre los árboles, llevando consigo un susurro de desconfianza que parecía envolver a la manada entera. Alexander caminaba a paso lento por el claro, observando a su gente mientras se preparaban para el día. Sabía que algo no estaba bien, que una tormenta se acercaba, pero lo que más le preocupaba no era el peligro externo, sino el veneno que se estaba esparciendo entre los suyos.Dentro de una cabaña cercana, Gamaliel y Thomas se encontraban reunidos, susurrando entre ellos con miradas calculadoras. El ambiente estaba cargado de conspiración, sus voces bajas resonaban con malicia.— La manada está al borde del colapso —comentó Thomas, mirando a Gamaliel con una sonrisa retorcida—. Alexander ha perdido el control, y su debilidad es evidente. Gamaliel asintió, cruzando los brazos mientras paseaba por la habitación.— La clave es sembrar dudas suficientes. Necesitamos que los jóvenes alfas, los más ambiciosos, comiencen a cuestionar su liderazgo
El viento soplaba frío sobre los vastos campos donde Alexander entrenaba a Rachel. Las primeras luces del amanecer apenas comenzaban a teñir el cielo de tonos púrpura, pero la tensión que se respiraba en la manada ya era palpable. Cada mirada lanzada a Alexander era un recordatorio de lo frágil que era su posición, y peor aún, de cómo se estaba erosionando su autoridad. Él lo sentía con cada paso que daba, cada murmullo que oía cuando pasaba entre los suyos. Sabía que las fuerzas enemigas no sólo eran externas; estaban dentro de su propia casa.Rachel, por otro lado, se esforzaba por seguir el ritmo de Alexander mientras él la guiaba a través de una serie de movimientos diseñados para mejorar su agilidad y fuerza. Los músculos de sus piernas temblaban por el esfuerzo, su respiración era entrecortada, pero lo que más le dolía era la duda que la asfixiaba desde dentro.— No sé si estoy hecha para esto, Alexander —dijo, con una voz quebrada por el agotamiento y la frustración, mientras
En un rincón oscuro y apartado de la fortaleza, se gestaba una conspiración. Gamaliel, aún furioso por el respeto que la loba había ganado entre los suyos, no pensaba quedarse de brazos cruzados. Esa victoria era un golpe a su orgullo y una amenaza directa a sus ambiciones. Convocó a los disidentes del consejo en una sala subterránea, lejos del bullicio de la celebración. Las paredes de piedra eran gruesas y frías, absorbiendo cada murmullo que escapaba de los labios conspiradores. El aire estaba cargado de tensión, y los rostros de los presentes, iluminados por la tenue luz de las antorchas, reflejaban tanto inquietud como resentimiento. Gamaliel, con su semblante endurecido por la amargura, se levantó de su asiento y dejó que su mirada recorriera la sala. Thomas, a su derecha, estaba igual de furioso. La envidia y el rencor habían dejado una huella en su rostro, haciéndolo parecer aún más peligroso. —No podemos permitir que esto continúe —comenzó Gamaliel, con voz firme—. Ra
Último capítulo