—¿De verdad que eres nefasto?
Escuchar esas palabras de parte de su esposa no hace más que dejar a Castiel más confundido.
—¿Y ahora de qué demonios hablas?
—La verdad es que no te entiendo, no sé si has ido a chequearte, pero esto casi seguro que eres bipolar —declaró ella con mucha inconformidad.
—¿De qué hablas, te has vuelto loca o qué? —expresó el más confundido que nada.
—Sí, típico de ti, no entiendes y lo primero que haces es ofender —añadió Yestin con más rabia.
—A ver, explícame que no te entiendo.
—De verdad, tú, el distinguido señor Castiel De la Rua, no le entiendes a una mujer sencilla y tonta como yo —dijo con rabia. —Está bien, te explicaré. ¿Cómo puedes ser así de malo? Todas las personas han sido tan amables y tú las tratas como si fueras el mismísimo dios; es persona. No puedes ser más gentil y agradecido.
—Ah, te refieres a eso —expresó él sin tomarle importancia. Caminando hasta quedarse sentado en uno de los camastros.
—¿De verdad no te