Yestin siente esa posesión tan feroz. Como si quisiera reclamar su cuerpo como suyo. Percibe cómo sus labios expertos se apoderan de los de ella. Mezclados con el sabor de su boca y el olor de su fragancia tan varonil. Por un momento se siente tentada a seguir este momento, pero recuerda sus palabras y eso la molesta. Decide no corresponder a su beso y empieza a golpear su pecho.
Castiel siente sus golpes tan débiles, lo que le agrada y le fascina. De repente siente cómo ella le muerde el labio, haciendo que se separe de ella.
—Auch —exclamó Castiel—. Me mordiste.
—Te lo mereces por ser un loco pervertido —dijo Yes con rabia.
—Pero ni creas que…
Se quedó callado al sentir cómo su boca se invade de ese sabor metálico tan característico de la sangre.
Adolfo ve por el espejo retrovisor toda la escena que ha estado sucediendo. El que conoce a su jefe se empieza a preocupar; sabe que él no tolera ese tipo de comportamientos y menos viniendo de una mujer. Solo espera que l