Ren caminaba con paso firme por la alfombra roja, de la mano de su amante, una mujer joven y elegante que parecía disfrutar del destello de las cámaras tanto como él. Los flashes iluminaban su rostro sonriente, dándole un aire de hombre intachable, exitoso y feliz. El murmullo de los periodistas crecía a su alrededor, hasta que uno de ellos, un joven con micrófono en mano lanzó la pregunta que todos querían escuchar:
—Señor Luo, ¿es cierto que se divorció de su esposa?
El silencio se hizo por un segundo. Ren, sin perder su sonrisa ensayada, se acomodó la chaqueta y respondió con voz grave, cargada de falsa nostalgia:
—Sí, es verdad. Siempre fui un hombre atento a mi familia, siempre lo di todo… pero a veces, para algunas mujeres, eso no es suficiente.
Los murmullos se intensificaron. Los periodistas acercaron más sus grabadoras y cámaras. El joven reportero, oliendo la primicia, insistió:
—¿Quiere decir que hubo una traición por parte de su exesposa?
Ren suspiró teatralmente, bajando