El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, pintando el suelo con destellos dorados. Oli caminaba de la mano de su tía Vera, dando pequeños pasos mientras observaba el mundo con la inocencia de quien aún no comprende del todo las sombras que lo rodean.
—Tía —dijo de pronto con voz suave—, vi al señor Luo con su esposa. Ella tendrá un bebé pronto.
Vera lo miró con ternura, aunque su corazón se encogió al notar la tristeza en los ojos del pequeño. Él bajó la mirada, arrastrando los pies.
—Ya no tengo papá, ¿verdad? —susurró—. Como él tendrá otro bebé, ya no me quiere.
La pregunta le dolió como una puñalada. Vera se agachó frente a él, colocándole las manos en los hombros para obligarlo a mirarla.
Sus ojos, tan parecidos a los de Kevin, estaban llenos de inocencia y desconsuelo.
—Oli, eso no es verdad —dijo con firmeza, aunque por sentía un nudo en su garganta—. Él no es tu padre, cariño. Pero escucha… un día conocerás al hombre que realmente lo es, y será alguien muy especial.