Mientras la ventana del auto subía, Noel alcanzó a ver el destello de un vestido blanco...
—¿Quién te acaba de hablar? —le preguntó Noel a Marta. Ella seguía pasmada, sentada a su lado.
Aturdida, ella lo miró y luego bajó la vista hacia el ramo en sus manos. Tenía el nombre de Raina en la punta de la lengua, pero no se atrevió a pronunciarlo.
Temía que, si Noel se enteraba, al instante abriera la puerta del auto y corriera hacia el otro carruaje para robarse a la novia. Podía ver que él la amaba.
No entendía por qué quería casarse con ella, en lugar de Raina; probablemente era por su familia. Al fin y al cabo, casarse con ella le garantizaba el apoyo de los Quiles y le daría un futuro más prometedor.
—Noel, mira, la novia de enfrente me dio este ramo, ¿no es bonito? —respondió Marta, evadiendo la pregunta.
Los ojos de Noel seguían clavados en el carruaje de enfrente. Sin embargo, con las ventanas arriba, no lograba ver nada; aun así, algo en su interior le impedía apartar la mirada. E