—¡Ustedes han corrompido gravemente el ambiente de la universidad! La escuela ha decidido expulsarlos de manera definitiva. ¡Jamás serán readmitidos!
Quizá era una representación frente a los directivos, porque en años anteriores hacer trampa en los exámenes era casi una costumbre: mientras aprobaran los parciales, la tesis y la defensa, podían graduarse sin problemas.
Pero este año, al subir el nivel de dificultad de las pruebas, la vigilancia también se volvió mucho más estricta.
Los estudiantes castigados no podían creerlo: cuatro años de carrera tirados a la basura por un simple acordeón.
La rabia y la desesperación crecían entre ellos.
Eso hizo que Mariana, sentada atrás, se pusiera todavía más nerviosa.
Sofía lo notó y se quedó pensativa.
¿Sería posible que… Mariana hubiera copiado?
Pero si las hojas ya habían sido alteradas, ¿cómo podía haber hecho trampa?
—Mariana… ¿qué vamos a hacer? ¿Y si también nos descubren? —susurró un miembro del consejo estudiantil, helado al ver que el