Los invitados presenciaron la escena con asombro.
Hasta hacía poco era evidente el desdén de Alejandro hacia Sofía, pero esta vez, ante tantas miradas, él se mostró nervioso por ella.
Al notar la reacción de los presentes, Sofía, como si lo hubiera previsto, retiró su mano con calma.
—Gracias por la ayuda, señor Rivera.
Alejandro comprendió de inmediato: Sofía lo había usado.
La hostilidad que la familia Rivera había mostrado hacia los Valdés había provocado que pocos socios se acercaran a negociar. Pero ahora, al ver aquella supuesta reconciliación, muchos abrirían las puertas de sus empresas a Sofía.
—¿Me usaste, Sofía?
Antes no había imaginado que ella pudiera ser tan calculadora.
Siempre creyó que era ingenua, pero ahora entendía que el ingenuo había sido él.
—¿Y no fuiste tú quien me dijo que aprovecharse mutuamente no tiene nada de malo? —respondió ella con un encogimiento de hombros, desbordando desdén.
Así como él la había utilizado antes, ahora era ella quien movía las piezas