Punto de Vista de Carla
Llevaba días trabajando doble turno en el centro médico, pero entre todos logramos que la mayoría de pacientes volviera a casa sanos y salvos. Unos pocos necesitaban más cuidados, aunque esperaba darles el alta en una o dos semanas para que descansaran en sus casas. Perdimos algunas vidas, sí, pero muchas menos de las que temía.
Menos mal que el ataque paró tan de repente como había empezado. Si hubiera seguido, las pérdidas habrían sido terribles.
—Gracias, Luna, —me sonrió una enfermera mientras la ayudaba a poner a un paciente en la cama.
Nadie lo decía en voz alta por respeto a mi padre, pero yo sabía que toda la manada agradecía que los hubiera llevado a la batalla y me quedara cuidando heridos. Nunca podría ser Luna de verdad por ser hija de mi padre, pero podía hacer el papel... era lo que había nacido para hacer, aunque fuera en otra manada.
—¿No te quieres ir a casa? Yo me hago cargo. —un doctor entró para revisar al paciente que acababan de operar.
—Pu